En el
I Congreso de la Cabecera celebrado en Granada hace un par de meses, la primera de
las mesas abordaba el tema de la Atención primaria en la Universidad. En el
debate posterior la Señora Decana de la Facultad de Medicina de la Universidad
de Granada defendió que la Atención Primaria no mejoraría su situación en la
universidad mientras no aumentara significativamente el número de doctores en
Atención Primaria, requisito indispensable para poder realizar buena
investigación en su opinión. Curioso argumento por dos razones: el primero es
que ya hay un importante número de médicos de familia que han realizado tesis
doctorales y siguen sin tener oportunidad alguna de participar como profesores
universitarios en igualdad de condiciones con el resto de colegas; el segundo,
aún más importante, tiene que ver con la necesidad de tener la tesis para poder
realizar buena investigación. Barbara Starfield, la persona más influyente en
el mundo en el estudio académico de la influencia de la atención primaria en
los sistemas sanitarios, no era doctora.Eso no le impidió ser la Directora
durante muchos años en Johns Hopkins del departamento de Health Policy and
Management de la Escuela de Salud Pública, una de las más prestigiosas del
mundo. Sí le impidió, en cambio, participar en la lectura de una tesis doctoral
en España, al no cumplir el sagrado requisito de ser doctora, algo que llevó
como una especial afrenta. Donald Henderson fue decano de la universidad de Starfield, Johns Hopkins,
sin ser doctor, algo que habría escandalizado a la comunidad universitaria
española. La diferencia es que el Dr. Henderson fue en buena parte responsable
de la erradicación de la viruela, un pequeño mérito que no computa en los
baremos universitarios españoles.
La
mínima presencia y representatividad de la atención primaria en la universidad
española (que sigue sin considerarla como un ámbito válido de conocimiento ni
una prioridad desde el punto de vista educativo) demuestra sin duda el
estrepitoso fracaso de nuestra profesión para conseguir cambios relevantes en
este país. Pero también pone de manifiesto otro hecho aún más grave: la universidad
española sigue siendo el último territorio salvaje, que sigue rigiéndose mediante
procedimientos y normas de conducta previos a la democracia, anclados en una
cultura de hace siglos. Por supuesto que no es posible generalizar y que
existen profesores universitarios brillantes y comprometidos. Pero sigue sin
ser posible cuestionar, modificar o erradicar los comportamientos obsoletos,
retrógrados o abusivos cuando éstos aparecen.
La
conferencia de Decanos de Medicina celebró como una victoria en la Champions
que en España la carrera de medicina siguiera teniendo una duración de 6 años
cuando se estableció el Espacio Europeo de Educación Superior que fijaba en 180
o 240 ECTS ( 3 o 4 años lectivos) la duración de los grados.
Estados
Unidos, el país donde se puede ser decano sin ser doctor, el grado de medicina
dura 4 años. Hace casi una década Keneth Flegel et al se preguntaban en el CMAJ si no habría llegado el tiempo de una
nueva revolución en los curriculum médicos, puesto que estudios comparativos
entre universidades clásicas con 4 años de duración del grado en medicina y otros
en que era de solo 3 ( McMaster, Calgiari) demostraba que éstas últimas,con un
método educativo sustancialmente diferente, obtenían similares resultados a menor coste y duración.
El plan
de estudios de Northern Ontario School of Medicine, una escuela de
medicina del norte de Canadá, incluye una inmersión inmediata y profunda en la
comunidad, trabajando ( a la vez que estudiando)
en entornos rurales en periodos progresivos de 1 mes, dos meses y 8 meses,
transitando desde la realidad del ejercicio clínico en pequeñas localidades rurales
hasta el trabajo en hospitales al cual se dedica el cuarto año, remedando el
tránsito que habitualmente realizan los pacientes en el sistema. Hay muchas
experiencias semejantes en otros centros en Canadá, Estados Unidos o Brasil.
Por el contrario, cuando miro el plan de estudios de mi
sobrina en la Faculta de Medicina en Madrid, compruebo que apenas ha cambiado
algo de cuando yo estudiaba hace 30 años, cuando el mundo entero (y en especial
el ejercicio de la medicina) ha cambiado tan radicalmente. No solo los
contenidos son los mismos, sino que las fórmulas de enseñanza y aprendizaje son
en buena parte las mismas. Como lo es también el mantenimiento de las mismas prácticas abusivas por parte de catedráticos y profesores, sin derecho a
réplica ni a revisión, y con el resto de la comunidad educativa mirando para
otro lado cuando se incurre en comportamientos impresentables. Haces
solamente cinco años era posible encontrar un profesor en alguna facultad que
ordenaban a los alumnos en clase por categorías: primero los hombres, después
las mujeres y al final los “maricones”. Los escasos alumnos que denunciaron la
situación tuvieron que examinarse en un tribunal especial.
La conversión de las universidades en centros de producción de futuros trabajadores, olvidando su condición de centros imprescindibles para el desarrollo de la reflexión, el pensamiento crítico y los valores éticos está entre las causas de la degradación social. Como lo es también el sistema que regula la producción univrsitaria en manos de agencias que tan bien refleja Juan Irigoyen.
Ninguna universidad española figura entre las 10 mejores del mundo. Estando entre las 15
mayores economías del mundo, algo tiene que significar este hecho.
(Viñeta de El Roto)
Si te sirve como ejemplo. Hace ya 13 años, en 6º de medicina, tuve la fortuna de participar en un proyecto docente financiado por Europa para tratar de evaluar otros modos docentes la medicina (se llamaba proyecto Leonardo). Consitió en que las asignaturas médicas y quirurjicas de ese año ya no nos las iban a impartir en clase, sino en rotatorios por los diferentes servicios. La evalación la harían directamente los tutores. Las otras asignaturas que no eran clínica, medicina legal y salud pública, las hicimos en seminarios de un día cada 2 semanas.
ResponderEliminarFue una esperiencia maravillosa: aprendí en 2 semanas y media que duraba cada rotatorio lo que estudiando habría necesitado 4 meses. De medicina legal y salud pública también (Juan de Dios es un profesor excelente). Lo que aprendí e hice en esos meses en endocrino, nefro, hematología, dermatología, otorrino, c. vascular, torácica, cardiaca,... fue genial. Y no creo que en conocimientos tuviesemos menos que el resto de compañeros que hicieron el grado normal. En cambio aprendimos a tratar con los pacientes, a hacer entrevistas clínicas, ha hacer diagnósticos, a tener en cuenta la seguridad del paciente,... Aquello fue una muestra de que se puede hacer algo diferente. Y muchos de aquellos que estuvismo en el proyecto, al final nos decidimos, por vocación, a hacer atención primaria.
Un saludo, y como siempre gracias por este excelente blog.
Mil gracias Marcos y disculpa el retraso pero me llegan mal las notificaciones de blogger. Tu experiencia demuestra que otra forma es posible
EliminarUn saludo cordial