However the sky grows dark with
invitation-cards
However we follow the printed directions of sex
However the family is photographed under the
flag-staff -
Beyond all this, the wish to be alone.
Beneath it all, the desire for oblivion runs:
Despite the artful tensions of the calendar,
The life insurance, the tabled fertility rites,
The costly aversion of the eyes away from death
Beneath it all, the desire for oblivion runs.
Wants.- Philip Larkin
Apartar la vista de la muerte es consustancial a las
sociedades modernas. La muerte se esconde, se hace invisible. Y esa aversión es
costosa. Escribía Zygmunt Bauman (Mortalidad, inmortalidad y otras estrategias de vida)
que la muerte “es una más de esas cosas que hemos desalojado de nuestras vidas”,
algo que nos paraliza al enfrentarnos a ella; que lleva, como decía Norbert
Elias, a “ el peculiar sentimiento de embarazo por parte de los vivos en presencia
de un moribundo, ante el cual con frecuencia no saben qué decir”.
Hay razones poderosas que pueden justificarlo: la principal
el hecho inevitable de que la muerte representa un problema sin solución, la
derrota definitiva de la razón, en la única especie que “sabe que sabe” como
escribía Bauman, que es consciente de que va a morir en cualquier caso. Sin
embargo la reacción ante la muerte no ha sido la misma a lo largo de la historia:
según Ariès mientras las sociedades pre-modernas optaron por intentar domesticar la muerte , las modernas
eligieron la evitación de la muerte. Los
nativoamericanos la domesticaron convirtiéndola en parte de la vida cotidiana
de las tribus: no sólo porque formaba parte del día a día (incursiones, caza,
guerra) , sino porque no poder vivir adecuadamente era inconcebible para el
lakota y ponía en riesgo la supervivencia de la tribu entera; así, el anciano
que consideraba que un día determinado era ya un buen día para morir se
alejaba del grupo en busca de la muerte.
Las sociedades modernas, por el contrario, optaron por
evitarla. Como escribe Bauman la muerte se “deconstruye” ( un poco a lo Ferrán Adriá),
desestructurando el hecho de morir en una lista ilimitada de luchas puntuales
contra enfermedades y problemas de salud concretos: “mantenerse en forma, hacer
ejercicio, llevar una dieta equilibrada, alejarse de los fumadores o de la
contaminación del agua son tareas factibles, acometibles que redefinen el
irresoluble problema de la muerte (ante la que nada cabe hacer) en una serie de
problemas abordables (ante los que cabe hacer algo)”. En un mundo "en el que la
valía de los seres humano se establece por su saber hacer, no poder hacer nada
produce vergüenza”.
Así para Bauman la muerte se convierte en un desecho en la
producción de la vida. La muerte forma parte de los residuos del sistema sanitario, al que se oculta de igual forma que a la basura diaria o a los productos contaminantes.Todas las estrategias de salud, todos los modelos de
organización se centran en la enfermedad y su abordaje, estratificación y
gestión. La deconstrucción de la muerte lo permite. Pero ninguna de ellas
incorpora la muerte en sus intervenciones; de nuevo Bauman escribe: “ el
prolongado silencio acabó dando como resultado una incapacidad colectiva de
hablar con sentido de la muerte y de comportarse con sensatez con aquellos a
quienes afecta de forma evidente: los enfermos terminales, los familiares del difunto, los que están de
luto".
A la manera de seres invisibles y apestados, todos ellos deambulan por un
circuito vergonzante que los servicios sanitarios no quieren hacer aflorar: de
la casa a la residencia, de ésta a la urgencia del hospital, de donde saldrá empaquetado
con destino a la planta, tal vez al moridero del hospital de cuidados crónicos,
quizá de nuevo a la residencia o a la casa que se cae encima ante la falta de
ayuda.
En estos tiempos en que se replantea una y otra vez el
concepto de salud no estaría mal por aceptar que quizá el primer requisito
saludable es reconocer que la muerte existe, hacerla visible y ayudar a la
gente a enfrentarse a ella.
El último ( e inevitable) escalón en cualquier pirámide.
( Imagen: catafalco lakota)
Estoy totalmente de acuerdo con tus comentarios. Hace cinco días he enterrado a mi padre y todas estas reflexiones me rodaban en la cabeza
ResponderEliminarTu les has dado forma. Gracias.
No se ama lo que no se comprende, y no se comprende lo que no se conoce. Ahí nos enfrentamos a la conspiración de silencio. Una sociedad que hemos educado en la no muerte, en la no enfermedad y en el no sufrimiento.
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