En el
marco de la Asamblea General de las Naciones Unidas celebrada recientemente en
Nueva York, el 23 de septiembre tuvo lugar la Reunión de Alto Nivel sobre
Cobertura Universal en Salud (“Universal Health Coverage: Moving Together toBuild a Healthier World”), objetivo que forma parte de los compromisos que
todas las naciones miembros adquirieron dentro de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible para 2030.
A esa
reunión estaban invitados los jefes de estado o de gobierno de los países
miembros, junto a responsables de los gobiernos en materia de salud,
representantes de la sociedad civil o del mundo académico. Por lo que señala la
prensa el Presidente del gobierno español no parece que asistiera al mismo,
prefiriendo eventos de mayor enjundia.
Dicha
reunión de Alto Nivel suponía el final del camino que comenzó en otoño de 2017
con el planteamiento de la celebración de un evento internacional para celebrar
la Declaración de Alma Ata de 1978,en su 40 aniversario, y la constitución de
un grupo de expertos que elaboraran una nueva Declaración ( Astana,2018), que
viniera a actualizar la de Alma Ata, de todo lo cual ya se informó en este
blog, aquí, aquí, y aquí.
El
documento de referencia elaborado por la Organización Mundial de la salud al
auspicio de dicha reunión (2019 Monitoring Report Primary Health Care onthe Road to Universal Health Coverage) propone a todos lo gobiernos integrantes
de Naciones Unidas una serie de compromisos que no dejan de ser interesantes.
Como no podía de ser de otra forma si se quiere ser
políticamente muy correcto, el documento vuelve a reiterar por millonésima vez
que la Atención Primaria de Salud (APS) es el elemento esencial para alcanzar el
objetivo de cobertura universal en salud en cualquier país, puesto que el
conocimiento científico existente vuelve a respaldar que sigue siendo la
estrategia más costoefectiva para prestar servicios de calidad, reduciendo las
inequidades de forma más eficiente. Pero además de declaraciones manidas sobre
si la APS es eje, corazón, pulmón o motor de cualquier sistema sanitario, el
documento de la OMS sí que se moja a la hora de hablar del dinero que los
países deben dedicar a la APS para que ese papel se lleve realmente acabo, y lo
hace respaldado en interesantes documentos de relevantes investigadores. Y así,
literalmente señala: “El informe
representa una clara llamada para la acción a los gobiernos de todos los
países para invertir un 1% adicional del Producto Interior Bruto (PIB) en Atención Primaria de Salud, que puede ser
alcanzado bien mediante inversiones adicionales, o bien a través en ganancias en eficiencia o equidad”.
Solo mediante una fuerte inversión en APS es posible alcanzar una adecuada
cobertura universal.
Podría pensarse que estas recomendaciones son para los
países “pobres”, en conflicto, sin estado, pero no es así: el informe deja
claro que cualquier países debería recorrer esa senda aunque su ruta podía ser
diferente: alcanzar los objetivos de la APS supondría, según el informe colocar
en ella un total de 370.000 millones dólares, una cantidad ínfima puesto que
apenas supone un 5% de los 7.5 billones de dólares que gastó el mundo en salud en
2016.
No contento con esto, señala explícitamente que
buena parte de los países no priorizan el gasto en APS entre sus estrategias, siendo
el gasto de bolsillo la principal fuente de financiación de la APS. Es más, The Commission on Investment in Health recomienda un incremento en gasto sanitario
público del 1 al 2 % hasta 2035, justo lo contrario de lo que establecen los
compromisos de la Unión Europea en materia de control del gasto y que obligaban
a España a reducir su gasto sanitario público al 5,60% muy por debajo de lo que
la propia OMS establece para poder prestar servicios sanitarios públicos de
calidad. Aquellos compromisos de control y reducción del gasto público fueron
firmados por el partido popular y dócilmente aceptados por el Partido
Socialista hoy en el gobierno.
La cuestión del porcentaje de gasto sanitario público no es
una cuestión menor: en España, según el último informe de OCDE de 2018 , el
porcentaje de gasto sanitario privado (34%) era uno de los mayores de este
selecto grupo: una alta inversión como porcentaje del PIB en gasto sanitario, público
o privado,(que tampoco tenemos como país) se asocia a una más amplia cobertura
de servicios, pero es el porcentaje de gasto sanitario público el que se asocia
realmente a una mayor protección financiera para la ciudadanía de los efectos
de la enfermedad.
Revisando el programa electoral del partido en el gobierno español se observa su seguimiento escrupuloso de las recomendaciones de
Naciones Unidas y OMS: no hay referencia alguna a una promesa de aumento en el
gasto sanitario público y la mención a la Atención primaria brilla por su
ausencia; son más rentables políticamente cuentas de colores como la medicina de
precisión a la que nos referíamos en el anterior post. Por supuesto de
compromisos sobre ese 1% de fondos adicionales para la APS ni hablar. Dicha
cantidad (ya viniera de reducirlo en otras partidas como el gasto hospitalario
o de fondos adicionales) supondría una cantidad de 13.110 millones de euros,
que algo aliviaría la patética APS española de 5 minutos por paciente, 50
pacientes por día y contratos precarios, eso sí, una de las mejores del mundo.
La presentación del presidente del gobierno español en
funciones, en cualquier caso, es sumamente útil: pone de manifiesto lo que
puede esperar para los próximos años un profesional de la Atención Primaria en
España de votar a dicho partido. No podrá decir que no estaba advertido.
Buena entrada, solo una errata, 131.100 millones de euros...
ResponderEliminarSubsanado. Muchas gracias
EliminarTienes más razón que un santo........
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