jueves, 17 de diciembre de 2009

Esto no es Jazz






"¡Alcalde,
todos somos contingentes,
solo tú eres necesario¡
Amanece que no es poco.1988. José Luis Cuerda.

Ocurrió en Sigüenza hace un diez días. La anécdota es conocida, puesto que apareció en diferentes medios de comunicación. Clausuraba el festival de jazz de la localidad el saxofonista Larry Ochs. Además de productor, ha formado parte de diferentes grupos y publicado media docena de discos. En medio de la actuación un hombre se levanta para poner una reclamación a la organización:"¡esto no es jazz¡", afirma rotundo." Es música contemporánea, que tengo contraindicada piscológicamente por prescripción facultativa".Ante el estupor producido y la consiguiente falta de respuesta,acudió a presentar la correspondiente denuncia al cuartelillo de la Guardia Civil, donde un número probo, ni corto ni perezoso, se personó de inmediato en el evento para confirmar los hechos. No sabemos si sometió a la prueba de la alcoholemia al pobre de Ochs, pero en una escena propia de Amanece que no es poco, el guardia civil confirmó que aquello, por supuesto "no era jazz", ( se desconoce en función de que criterios). El saxofonista no daba crédito: "yo creía haberlo visto todo, pero es obvio que estaba equivocado".
En un editorial reciente del BMJ ( Clashes between the government and its expert advisers", Gossop y Hall planteaban el problema existente cuando los políticos no aceptan los consejos de los expertos. La cuestión de "como debería utilizarse la ciencia para formular las políticas de los gobiernos ha sido un problema en múltiples ocasiones", afirman. El editorial revisa diferentes casos en los que las recomendaciones de los expertos a los que se le había solicitado la realización de informes de asesoramiento no fueron del gusto del político de turno. En especial comenta el caso del profesor Davis Nutt que fue despedido de su cargo como responsable del ACMD (Advisory Council on The Misuse of Drugs) , organismo encargado de establecer recomendaciones respecto a los efectos de la utilización de drogas: el ministerio rechazó el informe elaborado por ir en contra de la política ofical del ministerio ( en relación con los riesgos de la utilización de cannabis). Como el experto en cuestión mantuvo en público sus opiniones, el cese fue fulminante. La razón, la inevitable " pérdida de confianza".
¿Qué debería haber hecho el experto? El artículo de Gossop y Hall no deja lugar a dudas. Como científicos, los expertos tienen una serie de obligaciones con la sociedad a la que pertenecen que van más allá de de los compromisos con unas instituciones de la que no reciben a menudo otra contribución que el supuesto "prestigio" de colaborar con ellas. Según los autores, los científicos no solo tienen el derecho, sino en cierta forma el deber de mantener sus opiniones .Los riesgos que corren las instituciones no son menores: el de que los expertos más competentes renuncien a colaborar con ellas, es uno. Y el de seleccionar a los expertos en función de su grado de acuerdo con las políticas imperantes, otro no menos importante.
En España las cosas no son diferentes. Buenos ejemplos de ello hemos tenido con el eficiente uso de recursos públicos en la temida gran pandemia de la gripe.
Como en el caso del paisano de Sigüenza hay más de un político en los sistemas sanitarios que, cuando no le gusta la música que escucha, se levanta y dice: "Esto no es Jazz". También posiblemente porque lo tenga contraindicado por prescripción facultativa.

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