El reciente informe , aún en fase de borrador , de OMS Europa tras la conferencia de Oslo sobre Salud, sistemas sanitarios y crisis económica, vuelve a incluir entre sus recomendaciones esenciales para ahorrar costes y mejorar la eficiencia , “fortalecer el acceso y la calidad de la atención primaria, en especial de los pacientes con enfermedades crónicas”. Pero resaltan que mejoras reales y sustánciales muy difícilmente serán posibles sin liderazgo e inversión adicional. Y señalan que los países que lo están intentando están utilizando tres estrategias fundamentalmente:
- eliminar la obligación de que el paciente tenga que pagar (
aunque sea poco ) por ser atendido.
- inducir el cambio de la atención desde los
centros hospitalarios hacia el medio ambulatorio ( incluso con incentivos financieros).
- Mejorar la coordinación aumentando la inversión en atención primaria.
Como es obvio, ninguna de las tres estrategias se están
desarrollando en el sistema sanitario español. En el primer caso, es el propio
ministerio el que incluyó en su Real Decreto 16/2012 la obligación de pagar
aquellas personas que no tuvieran la condición de aseguradas y que
afortunadamente está siendo incumplido en algunas comunidades autónomas, que
mantienen una mínima dignidad ética. Pero en las dos últimas brillan por su
ausencia los servicios regionales de salud dispuestas a apostar de verdad por
la Atención Primaria.
La cuestión no es seguir insistiendo en lo evidente: en que
si la atención primaria siempre fue una estrategia eficiente para dar una
respuesta adecuada a las necesidades de salud de los pacientes ahora, en un
escenario de crisis asfixiante, lo es más que nunca. Lo está haciendo incluso
Estados Unidos en su reforma ( Affordable Care Act), basada en la potenciación
de la atención primaria y de la medicina de familia ( otra cuestión es que lo
logre).
Aquí la apuesta decidida por la atención primaria no pasa
más allá de las pomposas declaraciones cuando se inauguran congresos. Después
todo se olvida. "Mola" mucho más salir en el telediario inaugurando un laboratorio
de biología molecular, un centro contra el cáncer o los siempre exitosos
resultados de un transplante inaudito.
Casi nadie cree en la atención primaria en este país. Se ve
como algo del pasado, con el olor rancio a Alma Ata, último recurso de gente
incapaz de sacar un buen número en el MIR y de algunos chalados anclados en una
medicina de pueblo. Seguimos deslumbrándonos por el aparataje, la probeta y el
quirófano. Y la imagen de un médico sentado junto a una mesa con un paciente,
escuchando sencillamente, no vende periódicos .
Mientras tanto , la gente de la atención primaria, hemos
mantenido hasta la fecha una actitud fatalista a ritmo de fado. Esperando que
algún día llegará un príncipe ( o princesa) que con un beso mágico nos saque
del estado de rana ( o sapo) en el que permanecemos. Resignados a que alguien
nos deje algunas migajas de presupuesto para seguir tirando.
Entre los Dorobos posiblemente haya gente resignada a
conseguir algunos puñados de arroz de algún camión que tenga bien pasar por su
territorio. O esperar que algo de carne puedan pillar de alguna carroña , una
vez que leones y buitres hayan quedado satisfechos. Pero algunos cazadores están
dispuestos a luchar por su porción de alimento. Y si es preciso achantar a los
leones , no dudan en hacerlo. No les hostigan, ni les privan de su ración, pero
reclaman su parte y se le llevan a cuesta.
No estaría mal algo de la autoconfianza de los cazadores Ndorobo a la decaída atención primaria. Y sintiéndolo mucho, en tiempos como los
que corren, la ración de alimento de la primaria solo es posible a costa de
quitarle al hospitalario león parte de su tajada.
Sin acritud, que hay carne para todos.
Sin acritud, que hay carne para todos.
Sergio,
ResponderEliminarCreo que lo que comentas tiene que ver con dos cuestiones relacionadas. Una sería cómo ve la sociedad al médico, la otra como se ve éste a sí mismo.
Como bien dices, “molan” especialmente algunas cosas de la Medicina, aquéllas que trascienden a los medios de comunicación y que se relacionan con la investigación puntera (esa que siempre nos dará la curación del cáncer o una medicina personalizada en cinco años), o con técnicas quirúrgicas novedosas, como las que permiten intervenir malformaciones congénitas in utero. Ante tales avances que se ofrecen como científicos, no sorprende que mucha gente asuma que la nota de corte para entrar en Medicina sea tan alta. En ese contexto “molón”, el médico es tentado desde que inicia su profesión a hacer de ella carrera curricular competitiva por ser el mejor y, si es posible, un pionero, en algún campo fuertemente relacionado con la aplicación tecno-científica al diagnóstico o al tratamiento, algo que sólo parece posible en los hospitales.
Ante ese panorama, la Medicina Primaria se muestra, a la sociedad y a muchos médicos, como mero trámite de deriva al especialista, que es el que sabe.
Yo creo que estamos ante el resultado de dos formas de concebir la Medicina por parte del médico. Uno puede optar por hacerse médico como podría hacerlo por ser ingeniero o físico. Pero también puede decidirse a ese camino por vocación, algo que parece olvidado en amplios sectores de nuestros compañeros. Y ocurre, desde mi modesto punto de vista, que uno de los ámbitos en los que más se precisa esa vocación para ejercerla o, cosa tan importante, para reconocerla, es la Atención Primaria. No quiero decir con ello que no existan excelentes casos de vocación médica en especialistas que trabajan en hospitales o que se dedican a la investigación. Pero creo, sinceramente, que tanta nota de corte y tanto prestigio social de algunas facetas de nuestra profesión, hacen que ejercerla por vocación parezca a muchos algo anacrónico.
La Atención Primaria es esencial. Sobra discutir algo obvio. Pero no podemos esperar sólo al “príncipe o princesa” políticos. Como apuntas, somos los propios médicos los que debemos centrar bien las cosas. Sólo desde el reconocimiento del valor esencial de la vocación, en su sentido tradicional, para hacerse médico, podrá reconocerse el valor del médico como tal, es decir, aquél cuyo interés principal son sus pacientes concretos, con nombre y apellidos, aquéllos para quienes pueda ser reconocido, también anacrónicamente, como médico “de cabecera”.
Un abrazo
Si.No podemos esperar a principes ni princesas. Urge pasar a la acción, a tomar la responsabilidad de cambiar cosas que no funcionan. Sea en Primaria o en hospitales, en investigación o en docencia. Hay mucha gente competente,que estamos peddiendo por el desánimo en poder hacer las cosas con sentido común.
ResponderEliminarDecia Lane que pocas especialidades realizaban un trabajo tan complejo como la medicina de familia...cuando se ejerce de verdad. Pero entre unos y otros la hemos acabdo convirtiendo en ocasiones en un simple paso fronterizo para entrar en el país de las maravillas llamado Hospital
Lo que va ser dificil es cambiar esa forma de ver las cosas
Un abrazo