domingo, 22 de junio de 2014

Fracasos mundiales

En opinión de Miguel Melguizo el fútbol es a menudo un magnífico ejemplo para analizar el mundo, porque en sí mismo constituye un microcosmos de lo que es la realidad. En el actual Campeonato Mundial de Fútbol celebrado en Brasil, el ridículo realizado por la selección española (proporcional al éxito alcanzado en el anterior Mundial)  creo que brinda interesantes reflexiones sobre el comportamiento de las organizaciones , sean del tipo que sea. No por el hecho de su eliminación (El Pais demostraba recientemente que  el destino habitual de los campeones de cada edición es fracasar en el campeonato siguiente), sino por la manera de hacerlo.
El seleccionador español, Vicente del Bosque, tiene fama de hombre prudente y posiblemente lo sea ( si exceptuamos su desaprensiva campaña contra el colesterol y a favor del Danacol). Él mejor que nadie sabe lo difícil que resulta ganar un Mundial, tarea que se convierte en sobrehumana si a lo que se aspira es a revalidar la corona ( solo Italia y Brasil lo consiguieron). Para semejante empresa sin embargo, confió en su prudencia por encima de todo, uniendo su suerte a la de los jugadores que conquistaron por vez primera el campeonato para España. Ignoró que el éxito habitualmente corroe la fortaleza de los héroes, como se sabe desde los tiempos de Lancelot y demás caballeros de la Tabla Redonda hasta los Cuatro mosqueteros, abandonados en 20 años después a la más variada molicie. A diferencia de otras selecciones con más hambre de gloria, la nuestra incluía como portero titular a un portero suplente, varios jugadores lesionados , y algunos héroes negociando su ingreso en asilos de lujo. La mayor parte de ellos conocían sobradamente el éxito, en versión de clubes o de selección. Algo demasiado conocido como para hacer justificable el esfuerzo.
De forma similar, la medicina de familia española lleva tiempo instalada en la comodidad que representa disfrutar de un trabajo seguro, estable e independiente del propio rendimiento, aunque sea a costa del inconveniente de un sueldo exiguo ( comparado con sus pares del resto de Europa).En ese escenario, resulta cansado "alzarse en armas contra un mar de adversidades" ( como decía Hamlet), adversidades que cada día asfixian más el ejercicios del trabajo del médio de familia: desprecio y humillación de las administraciones, pérdida de sus señas de identidad, reducción brutal de la financiación, imposibilidad de disponer de suplentes para actividades reconocidas legalmente como permisos, enfermedades o docencia.... El que no exista futuro alguno para sus colegas jóvenes no parece preocupar a los "gloriosos veteranos" ,cuando el objetivo principal parace ser llegar a la jubilación en situación tranquila.Solo cuando el hambre de futuro es insoportable es posible alcanzar tareas inalcanzables.
Las primas establecidas en el caso de que la  selección española hubiera ganado eran las más altas de todo el campeonato alcanzando la mareante cifra de 720.000 euros, en jugadores que ya de por si son millonarios. La cantidad dobla la establecida para competidores directos como Alemania, Francia o Brasil, tan potentes en lo deportivo y mucho más ricos en lo económico. No sirvieron de nada, lo que cuestiona una vez más el papel del dinero a la hora de modificar el comportamiento humano.
En el memorable artículo de Roland y Campbell en New England que comentamos hace unos días se ponían de manifiesto las luces, y en especial las sombras que esconden los sistemas de incentivos en las organizaciones sanitarias a través de la experiencia del modelo Quality and outcomes Framework ( QOF) del Reino Unido. Una cuarta parte de las retribuciones de los médicos generales dependen de ello. Pero aunque han alcanzado resultados positivos en algunos casos, éstos han sido transitorios, y rara vez en la medida en que sus inductores esperaban. Al margen de ellos sus efectos indeseables son numerosos: en especial el centrar el trabajo de los clínicos en aquellos por los que se les incentiva, abandonando la atención a lo que no tiene retribución, en especial la propia agenda del paciente que acude a consulta. Hasta el punto que en los últimos años ha sido preciso reducir la retribución ligada a objetivos y aumentar el pago por capitación, reconociendo que el buen trabajo clínico cubre muchos aspectos que es imposible recomenpensar con ningún modelo de objetivos. La preocupación sobre la pérdida de profesionalismo en la conducta de los médicos generales es evidente en el trabajo de Roland y Campbell.
Juan Antonio Pérez López ya describió hace tiempo en su Teoría de la acción humana en las organizaciones que las personas en éstas se mueven por motivos extrínsecos, intrínsecos y trascendentes . A pesar de que la dominante en médicos es la intrínseca ( como demostró hace años Pablo Lázaro ) , las organizaciones solo compensan en la dimensión extrínseca ( con incentivos económicos).
Éstos no han servido de mucho en el desempeño de “la Roja”. Tampoco han demostrado que los sistemas de incentivos dominantes en los sistemas sanitarios estén modificando radicalmente el resultado. Cuando falta el compromiso individual de hacer las cosas bien por la obligación moral de hacerlas, el dinero sirve de poco.

1 comentario:

  1. El escaso reconocimiento profesional, el "mar de adversidades" y los objetivos/incentivos perversos sólo conducen a la desmotivación. La justa valoración profesional, las condiciones de trabajo favorables y la compensación ética del esfuerzo lograrán estimular al médico de familia y, en consecuencia, beneficiar a la sociedad.

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