De Jane Hart hemos hablado ya en este blog en varias ocasiones. Es la fundadora del C4LPT ( Centre for Learning &Performance Technologies), uno de los lugares más visitados de la web en relación con el aprendizaje. Anualmente publica su ya clásico listado de recursos más útiles para el aprendizaje. En este año el Top 10 está ocupado por orden de relevancia por Twitter, Google Drive, You Tube, Power Point,Google search, Wordpress, Dropbox, Evernote , Facebook y Linkedin. Twitter lleva varios años siendo considerado el recurso ahora mismo más útil para el aprendizaje ( por supuesto también sirve para elogiar a Ana Mato o insultar a Sergio Ramos).
En varios de sus trabajos, Hart pone de manifiesto que más del 80% de nuestro aprendizaje es informal, inconsciente, no intencionado y continuo, al margen de aulas y profesores respetables que siguen dictando sus clases magistrales como en tiempo de Maimónides. Aprendemos mientras zascandileamos por la web esperando al autobús; lo hacemos al leer los comentarios, sugerencias o recursos que nos envían los brillantes colegas que nos rodean.
Hace unas semanas participé en Tenerife en una jornada sobre formación en gestión sanitaria. Cuando comenté estas cosas , un alto dirigente de una prestigiosa escuela de negocios me contestó que respecto a todas esta moda de las nuevas formas de aprendizaje ellos han decidido “ wait and see” (sic). Que sigan esperando. Mientras tanto los ciudadanos que nacieron enganchados a un móvil ya están aquí, y no dejan de sorprenderse de sus respetables profesores que siguen subidos a la tarima proyectando filminas de acetato.
Si eso es así en escuelas de negocio que figuran en el Top 10 del Financial Times , podemos imaginar cómo estarán las cosas en las facultades de medicina españolas.
Sin embargo casi nada de lo que cuenta Hart es nuevo.
Laurence Stenhouse murió en 1982. Fue un brillante pedagogo británico, fundador del Centre for Applied Research in Education (CARE) de la Universidad de East Anglia. Intentó cambiar la forma de enseñanza mediante la investigación rigurosa del proceso educativo. En 1975 publicó An introduction to curriculum research and development, hace por tanto casi cuarenta años. Si preguntáramos a alguno de los cátedros de medicina si han oído hablar de él, llamarían a los de seguridad para que nos echaran a patadas.
Stenhouse definió ya entonces cuatro formas de aprendizaje:
La primera opción es la formación basada en el producto, la que considera que al final de dicho proceso debe existir algo tangible, entregable. Implica la transmisión unidireccional de algún tipo de conocimiento o habilidad, estando definidos de antemano los resultados que el estudiante debe alcanzar. Éste adopta un papel pasivo, recipiente vacío dispuesto a ser rellenado mediante lecturas y clases. Aunque la efectividad de este tipo de aprendizaje es escasa, sigue siendo el método de enseñanza dominante en la mayor parte de los centros educativos españoles.
La segunda alternativa es contemplar la formación como un proceso de aprendizaje, en el que el alumno comienza a tomar un papel activo , convirtiéndose el profesor en un facilitador de ese proceso en lugar de una fuente de información. Los frutos de ese proceso no están determinados de antemano, e incluso pueden ser diferentes para cada aprendiz, dejando margen para la creatividad y la sorpresa. En el ámbito clínico la posibilidad de discutir y debatir sobre dilemas planteados en el ejercicio profesional con otros colegas sería un buen ejemplo de ello, permitiendo afrontar, tolerar y disfrutar de las incertidumbre que la práctica de la medicina conlleva.
La opción de la investigación será la tercera alternativa educativa para Stenhouse. Pero no desde un punto de vista experimental , con un grupo sujeto a la intervención y un grupo control con el que comparar los resultados, sino más bien cualquier tipo de proceso de reflexión autocrítica sobre el propio ejercicio clínico, con la ayuda de algún colega, mentor o supervisor capaz de acompañarnos en ese proceso. Orienta el aprendizaje hacia la comprensión de lo que hacemos, más que hacia la acreditación de lo que algunos consideran que deberíamos saber.
La última, pero no la menos importante , de las alternativas de Stenhose es el aprendizaje informal derivado de la propia práctica, la forma principal de aprendizaje que existe. No hay que buscarla, simplemente ocurre cada vez que uno hace algo. La vida en sí es un continuo proceso de aprendizaje, ya sea cambiar un enchufe o bajarse canciones al ipod. Se aprende los pacientes sobre todo, pero también de sus familiares, de los colegas a los que se consulta , de los compañeros a los que se observa.
Salvo el primer método, el resto de fórmulas de aprendizaje son habitualmente despreciadas y devaluadas por la comunidad docente sanitaria. Supone un esfuerzo y exposición a la propia ignorancia que no todos están dispuestos a asumir.
Seguir el camino marcado por las castas universitarias para participar en su juego supone aceptar y mantener un modelo obsoleto, incapaz de ofrecer las fórmulas de enseñanza y aprendizaje que un buen médico precisa, ahora más que nunca.
Mientras las élites docentes españolas siguen “esperando y viendo” como pasa la vida ante sus ojos, otras fórmulas de enseñanza real deberían ser ensayadas
¡Bravo!
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