jueves, 16 de abril de 2015

Pimpón



Pimpón es un muñeco

Muy lindo y de cartón

Se lava la carita

Con agua y con jabón

¡Con jabón¡

Se desenreda el pelo

Con peine de marfil

Y si le dan tirones

No llora ni hace así

¡Ni hace así¡
Pimpón ( Nana)

Durante los primeros años de la vida de mis hijas, Pimpón era el mejor remedio para solucionar todo tipo de males. Ya fueras rabietas, pataletas o pesadillas, el suave soniquete de la canción tranquilizaba más que cualquier chupete, y bastaban unos minutos para que acabaran dormidas. A veces incluso, el que acababa dormido era yo.
Durante las dos últimas décadas, la Atención Primaria en España ha sido sumamente sensible a su propio Pimpón. Múltiples han sido las razones que justificaban sobradamente la rabieta. Primero fue el abandono de una dimensión que la había definido desde sus orígenes y que se llamaba Atención Comunitaria. Algo que súbitamente empezó a considerarse algo obsoleto, más propio de perroflautas trasnochados que de un sistema moderno orientado al producto y la rentabilidad. Pero cuando la Primaria comenzaba con sus lloriqueos bastaba que la autoridad sanitaria de turno comenzara a susurrar Pimpón para que volviera a agarrar con fuerza su chupete.
Después llegaron los tiempos en que dejó de ser correcto mencionar ni siquiera el término Primaria: dejaron de existir Gerencias de Primaria, Direcciones Generales de Primaria , áreas de Atención Primaria sustituidas por términos mucho más adecuados a los tiempos como Gerencias Únicas, Direcciones Asistenciales , Unidades docentes multiprofesionales , Troncalidades varias…Sin embargo a nadie se le ocurrió calificar de obsoleto al Hospital. Bastaba el primer verso de Pimpón para que el bebote de la Primaria volviera a dormir.
Perdimos la capacidad de gestionar las propias agendas, de explotar los datos que generaban las propias historias, de establecer las propias prioridades en materia de salud y de intervención sanitaria. Se introdujo el visado en fármacos que no existía para los compañeros de otras especialidades, se redujo sustancialmente la capacidad de gestión de la Incapacidad Temporal en beneficio de las Mutuas, y se fueron desgajando del ámbito de la Atención Primaria las tareas más “incómodas”, desde acercarse a los domicilios a atender a los terminales, derivados a otros profesionales o empresas capaces de sacarles más “provecho”. Los cupos aumentaron, y los tiempos de consulta se estandarizaron y redujeron hasta llegar  a tener la menor duración por consulta de Europa.
Aquí el bebote de la Primaria se enrabietó de verdad, parecía que le habían quitado a Pimpón, su muñeco preferido. Aquella experiencia se llamó Diez Minutos y duró lo que se tarda en cantar completa la primera estrofa de la canción.
El bebé volvió a dormir plácidamente ayudado de un nuevo chupete al que llamaron Estrategias AP XXI, que calmaba el hambre pero no alimentaba. De forma que se continuó con el desmantelamiento: la clasificación de enfermedades que se emplea en Primaria es la de hospitales, los protocolos que se aplican en Primaria proceden de estudios realizados en ámbito hospitalario, y la presupuestación baja significativamente cada año sin que el bebé despierte.
Ante la falta de respuesta, los “canguros” de la Primaria decidieron quitarle primero la manta, y después la almohada. La excusa fue la crisis, que sin embargo no parecía afectar al hermano mayor: se asumió que una baja en Atención Primaria nunca se cubría ( por definición), que las actividades docentes eran superfluas, que su realización era a costa de sobrecargar a los compañeros, y que para todas esas nuevas generaciones que alegremente animamos a apuntarse a la especialidad “ más bonita del mundo” no hay oposiciones ni trabajos estables porque no dejan de ser ya “ cosas del pasado”.
Estos días de nuevo parece que el bebé se inquieta: ha empezado a lloriquear, a veces parece que hasta berrea.Y de nuevo solícitos se acercan los canguros para entonar Pimpón. Individuos e instituciones que durante años han estado ignorando y despreciando a la Atención Primaria se adhieren con entusiasmo a los fastos del Día de la AP. Al menos el Gobierno y el partido que le apoya es coherente con su política que en esta materia, consistente simplemente en considerar a la Atención Primaria invisible.
Hace ya diez años Juan Gervas y Juan Simó publicaron un visionario artículo en SEMERGEN de lo que sería la Atención Primaria en el año 2015. Es tan interesante como deprimente volverlo a leer. Impresiona comprobar que nada ha cambiado desde entonces, que no solo no hemos avanzado un ápice en dignidad, autonomía y respeto sino que claramente vamos a peor. Da miedo pensar donde estaremos dentro de 10 años.
Pero parece no importarnos mucho. Siempre tendremos  el consuelo de Pimpón.
(Foto: Pimpón en la intimidad)

4 comentarios:

  1. Sergio, ¿y cuál es la misión del que pregona desde la torre lo mal que lo hacen todos los demás? ¿Cuál la aportación real a los problemas de la AP? ¿La del padre represor freudiano que grita a los cuatro vientos lo inútiles que somos todos, lo mejor que nos iría si todos nos portásemos bien -a jucio de quién, claro-? En concreto, con mis hijos hace tiempo que descubrí que esto último no tiene ningún efecto positivo.
    Un abrazo
    MIGUEL ÁNGEL

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  2. Miguel Angel, desde la torre no se pretende regañar a nadie, ni dar lecciones de nada porque ni soy quin ni tengo las respuestas.
    Si hablo de Pimpón es porque creo que todos ( entre los que por supuesto me incluyo) no hemos sido capaces de defender algo que es intrinsecamente bueno. Bueno para los pacientes, y para la sociedad en definitiva de las que estos forman parte.
    Es un fracaso colectivo, en el que han contribuido muchos factores, desde la indiferencia y la comodidad de unos a los intereses espúreos de otros pasando por la buena voluntad de una gran mayoria.
    Creo que aun estamos a tiempo de parar la hemorragia que desangra a la Atención primaria de este país. pero eso es imposible conseguirlo si seguimos cada uno sentados lamentandonos solamente de nuestra desgracia
    Un abrazo

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  3. Muchos consideramos que tu voz critica y dolorida, que reivindica la dignidad profesional del médico de familia es una forma de respuesta fecunda, entre otras cosas porque mantiene la esperanza , que no es poco.
    Y es una forma de luchar contra nuestro mayor enemigo: la pasividad y el sometimiento , o lo que es lo mismo : lo que se ha dado en llamar "el silencio de los corderos". Gracias

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  4. Muchas gracias Juan.
    No se si he sabido explicarme mal. Creo que tu has entendido perfectamente lo que pretendía. No soy el único que piensa asi. El ´sabado Juan Jose Rodriguez Sendín comenzó su charla en la jornada de AFEM con estas palabras: " se nos va de las manos"
    A eso es a lo que me refiero. O hacemos algo o se nos va de las manos
    Un abrazo

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