domingo, 17 de mayo de 2015

Entregando rehenes al destino

“Me rebelo, luego existimos”
Albert Camus


¿Como podemos evitar actuar sin miedo al error y al riesgo de incoherencia inevitablemente implícito en toda protesta?. Así comenzaba la carta que una lectora enviaba a Zygmunt Bauman en el periódico la Repubblica. A la que el veterano sociólogo polaco respondía con la mayor humildad: “Lo siento, no podemos. No podemos saber con certeza, antes de actuar, que no se cometerán errores, ni tampoco tener la seguridad de que al final del día se habrá demostrado que estábamos a la altura de la tarea. Cuanto más importantes sean nuestras acciones para nosotros mismos y para los demás, más inciertos serán los resultados”. Porque “vivir es asumir riesgos”. O ampliando la sentencia del poeta romano Lucano, “vivir, como amar, significa entregar rehenes al destino”.
Cuando las cosas van mal, cuando el deterioro de la sociedad en la que vivimos avanza, los derechos de las ciudadanos se reducen y vulneran, la brecha entre los que más ricos y los más pobres se incrementa exponencialmente, y las condiciones de  trabajo de la gente regresan a las existentes un siglo atrás, dos actitudes son posibles.
Una es no hacer nada. Razones no faltan para ello. Es mucho más probable que acierte el pesimista, escéptico ante las resultados que traen habitualmente las movilizaciones, las protestas, o las huelgas. A eso se añade la desconfianza respecto a los que nos pueden acompañar en el viaje: por demasiado viejos o demasiado jóvenes, porque ya conocemos sus andanzas de otras ocasiones semejantes, porque lo que proponen es disparatado o demasiado previsible, suena a demasiado loco o demasiado visto. Al margen está la cuestión de que la protesta me puede perjudicar individualmente, a mi que tan bien me consideran mis jefes, a mi que (afortunadamente) tengo la vida prácticamente resuelta hasta que me jubile, para lo cual, además no queda mucho. Por último está la cuestión de la pereza: es muy cansino volver a eso que ya uno pensaba acabado, las reuniones, las conversaciones, los manifiestos. No apetece nada dejar de lado (aunque sea momentáneamente)  nuestras productivas actividades cotidianas, el cotilleo del Facebook, los partidos de pádel o los noches de fútbol.
Pero como señala Bauman, la no acción cuenta como acción:“aceptar plácidamente el mundo y cooperar con las fechorías que se acumulan y a la que nos oponemos verbalmente es también una elección, al igual que lo es la protesta y la resistencia activa contra las desigualdades endémicas y el modo de vida que el mundo nos apremia a seguir obedientemente”.
Por lo que cuentan las encuestas parece que un importante sector  de la población española se encuentra confortable con lo que está ocurriendo  si nos atenemos a las expectativas de voto de los partidos responsables de ello. El sistema sanitario público español se aproxima a un estado terminal, en el que parece haber entrado definitivamente el sistema sanitario inglés. El deterioro del sistema de protección social teledirigido desde el ministerio de Hacienda y las consejerías del ramo avanza adecuadamente. El sistema público sufre especialmente  las consecuencias de una reforma laboral encubierta: la precariedad laboral, el maltrato a los profesionales ( con mayor intensidad a las mujeres), la ausencia de futuro para el que acaba de empezar su vida profesiona,l ha impregnado el sistema hasta sus cimientos, al margen de quien lo dirija  sea un partido u otro .La diferencia está en que en Inglaterra la mayor parte de la profesión sanitaria ( empezando por sus referentes más reconocidos, como señala este manifiesto en The Guardian )  lleva tiempo movilizándose para defenderlo.
“ Entre la aceptación resignada y una decisión valiente de desafiar la fuerza de las circunstancias media el carácter”, escribe Bauman. Es el que somete sus elecciones a un test mucho más exigente que el de la posibilidad de éxito:” el test de la aceptabilidad moral.”
Sin duda salir de la comodidad implica entregar rehenes al destino. Rehenes que quizá perdamos. Pero la pregunta que deberíamos hacernos es si consideramos moralmente aceptable lo que está ocurriendo.

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