domingo, 22 de marzo de 2020

Lationoamérica quizá aún está a tiempo.



El Ministro de Salud de Chile, Mañalich, declaró ayer sobre la pandemia de covid-19: “estamos hablando de una partícula que se ve solo al microscopio electrónico, que no podemos predecir su comportamiento, quué pasa si este virus muta de una forma más benigna; que pasa si el virus muta y se pone “buena persona”.
El problema no es sólo que un individuo con semejantes argumentos sea el Ministro de salud de un país como Chile, sino que de sus decisiones puede depender la vida de miles de personas. En Estados Unidos el presidente Trump anda entretenido tachando en las conferencias de prensa el nombre de covid-19 para poner en su lugar el adjetivo de “virus chino” creyendo que quizá así contendrá la pandemia, cuyo crecimiento en su país es exponencial. En Brasil el presidente Bolsonaro celebró el resultado negativo de la prueba que le fue realizada abrazando y estrechando manos, como hace sistemáticamente el presidente de Mexico. Mientras tanto Italia mantiene una tendencia creciente de más de 6000 casos y cerca de 700 muertes al día, y España alcanza hoy la cifra de casi 30.000 infectados con un aumento en el último día de más de 3000 y más de 300 muertos. 1785 personas se encuentran en Unidades de Cuidados Intensivos en España cuando la capacidad total del país en estos servicios supera escasamente las 5000. Un 10% de los contagiados son sanitarios, y ha sido preciso movilizar a futuros residentes, estudiantes y médicos retirados. Madrid se encuentra ampliamente sobrepasada en su capacidad sanitaria.
Latinoamérica se enfrenta a un escenario enormemente amenazante, puesto que a la propia pandemia se añade niveles de inequidad y de pobreza aún mayores que en Europa, sistemas sanitarios mucho más frágiles ( aunque sólo sea por el porcentaje de su PIB dedicado al sistema sanitario, especialmente al público) y mecanismos de protección social claramente insuficientes. Sin embargo, quizá aún están a tiempo de evitar que la catástrofe sea todavía mayor.
Asia y Europa, que han soportado hasta la fecha de forma secuencial el mayor peso de la pandemia, han establecido medidas que , en algunos países, parecen haber contribuido a reducir el impacto de la pandemia, pero también han cometido importantes errores de los que sería beneficioso aprender para no repetir. Algunos de ellos son los siguientes:
-      Considerar que esta epidemia es una epidemia más, derivado del hecho cierto de que sólo el 5% de los más de 200.000 casos son graves. Ésta NO es la pandemia del virus influenza H1N1 de 2009, un proceso sobrevalorado e ineficientemente gestionado por las autoridades internacionales, en especial la OMS. Aquella pandemia no paralizó a la mayor parte del mundo, no colapsó los sistemas sanitarios ni alteró sustancialmente la vida de la gente. Europa minusvaloró la importancia de lo que se venía encima cuando estaba afectando a Asia, considerando exageradas las medidas que allí se tomaban. América no debería caer en el mismo error.
-     Buena parte de los gobiernos de tendencia neoliberal ( Estados Unidos, Reino Unido, Chile, Brasil, Uruguay,…) y algunos supuestamente socialdemócratas han considerado completamente innecesarias medidas de aislamiento social inicialmente , quizá porque el mantenimiento de la actividad económica es el valor más importante; algunos de ellos han tenido que comenzar a implantarlas posteriormente de forma apresurada, cuando el crecimiento exponencial de la pandemia ponía en evidencia sus excesos de optimismo. 
-      Es cierto que la comunidad científica no tiene una respuesta unánime respecto a qué estrategia obtendrá mejores resultados. John Ioannidis por ejemplo, considera que no existen evidencias suficientes para implantar medidas de aislamiento social radical. Richard Horton el director de Lancet, hace llamadas continuas  al aislamiento social severo. Lo que es cierto es que no tomar medidas es una medida en sí misma, como respondía Marc Lipsich a Ioannidis recomendando que el confinamiento social es un buen punto de partida. Aunque la mayor parte de los casos sean leves algo hay que hacer para evitar que los sistemas sanitarios colapsen por su incapacidad de atender a pacientes graves. En ese sentido los efectos derivados de tomar medidas contemporizadoras parecen devastadores, como han argumentado desde el Imperial College a Tomas Pueyo. Se puede dudar de sus datos, pero día a día la realidad les da la razón. En ese sentido llaman la atención pronunciamientos irresponsables como el  del representante de la OPS en Chile, Leanes, considerando que las medidas de aislamiento social no se pueden recomendar porque “ no se pueden sostener porque la gente las incumple”, cuando al mismo tiempo señala que "estas medidas se tienen que tomar cuando el número de casos es muy alto”, momento en que probablemente sea tarde, como argumentaba Pueyo ayer.
-      Sin información no es posible actuar adecuadamente. Eso afecta tanto a la disponibilidad de medios para saber quien está infectado mediante una detección temprana de casos  (imprescindible para su aislamiento), como a la necesidad de contar con información completa , adecuada y transparente de lo que está ocurriendo. Ninguna de las dos condiciones se cumplió en España, que arrastra una penosa historia de opacidad informativa desde hace décadas y donde aún ayer era imposible saber la distribución por edades de los casos y muertes.
-     Sin duda urgencias, hospitales y unidades de vigilancia intensiva son puntos críticos de la capacidad de un país de afrontar la pandemia. Pero ignorar el papel absolutamente clave de la Atención Primaria para contener la propagación de la infección y garantizar el cuidado próximo a las personas es un error garrafal, como ya comentaremos en detalle.

El que todas las ciudades de Europa estén hoy completamente vacías debería hacer pensar a los políticos de América que esto no es un juego que puede ser resuelto esperando que el virus se vuelva una buena persona. Quizá aún están a tiempo.
Gráfico: Financial Times

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