Pasadas elecciones diversas, y sin noticias del papel que la sanidad debería jugar en los próximos años, los retos siguen estando ahí, asomando su patita negra por debajo de la puerta.
Al clima dominante de provincianismo espacial (no hay nada bajo el sol mejor que lo que nosotros hacemos), se añade el “provincianismo temporal” del que hablaba TS Eliot, en el que nuestra época aparece como el cenit del desarrollo humano.
Las cosas ahí fuera son distintas: un millón de personas viajan a Asia cada año para recibir asistencia sanitaria, el 50% de los médicos formados en Ghana emigra, más del 30% de la fuerza del trabajo en salud británica es extranjera. India está levantando una poderosa industria en e-health y Tailandia (como España) se convierte en epicentro de turismo sanitario.
Richard Smith reflexionaba sobre algunas de estas cosas en un editorial muy reciente de Health Economics ( Smith R. Globalization: the key challenge facing health economics in the 21st century. Health Economics 2008;17:1-3).
La comprensión especial y temporal de la interacción humana a través de las TICs y los viajes, que define la globalización, está aun en mantillas respecto al estudio de sus características y posibles repercusiones. Al margen de las consideraciones más habituales sobre ello (consecuencias positivas y más a menudo negativas para la salud de las poblaciones, acortamiento de distancias para la realización de determinados procedimientos, movilidad geográfica de profesionales,…) existen muchas incógnitas para las que no tenemos respuesta, y lo que es peor, ni siquiera parecen preocuparnos. ¿ ¿ qué consecuencias traerá sobre la salud la dominante ola de liberalización que impulsa el pensamiento dominante sobre globalización? ¡ Permitirá aumentar los presupuestos destinados a salud proporcionando servicios sanitarios de mayor calidad , o bien aumentará los procesos de privatización en el mundo ampliando inequidades y permitiendo el enriquecimiento de las grandes compañías “ vendedoras” de servicios?
Algo tiene que cambiar: se precisa más investigación sobre globalización en el que el aparato conceptual y metodológico debería ser diferente como comenta Smith. Necesitamos curriculas académicos sustancialmente distintos a los actuales, alejados tanto de la medicina decimonónica como de la exclusiva instrucción sobre la última innovación moderna introducida en nuestro servicio. Y por último, precisamos de servicios sanitarios y directivos de los mismos, capaces de adelantarse a enfrentarse a un entorno que les supera por momentos.
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