Sus rosas eran blancas, pero había tres jardineros ocupados en pintarlas de rojo.
Alicia consideró que esto era bien curioso …
-Por favor dijo tímidamente Alicia-¿podríais decirme por qué estáis pintando esas rosas?
Cinco y Siete no dijeron nada pero miraron a Dos.
Éste, en voz baja, empezó a decir:
- Bueno, el hecho es señorita, que aquí tenía que figurar un rosal rojo, y nosotros plantamos uno blanco por equivocación. Y resulta que si lo descubre la Reina nos hará cortar la cabeza. Así que ya ve señorita, hacemos lo posible antes de que venga , para...
En ese momento Cinco que había estado vigilando ansiosamente por el jardín gritó: ¡ La Reina¡¡La Reina¡ y al instante los tres jardineros, tan planos como eran , se echaron al suelo boca abajo
Alicia en el País de las Maravillas. Lewis Carroll.
En un cercano reino insular, que tal vez solo exista en mi cabeza, andan revueltos a costa de una rosas blancas. Jardineros y botánicos de amplio prestigio, de todos los reinos conocidos, han llegado a la conclusión de que ciertos rosales dan flores indiscutiblemente blancas. El nombre científico de la flor en cuestión es el de la Sysadoa, exótica flor que incluye las especies de glucosamina, condroitin sulfato, ácido hialurónico y diacereína, y que ha sido utilizada con entusiasmo para aliviar las dolencias artrósicas, por desgracia con muy dudoso efecto.
Los prestigiosos expertos en flores del propio reino insular ya habían informado con rigor y precisión de que las hermosas flores blancas de la Sysadoa eran caras ( llegando a generar un gasto de más de un millón setecientos mil euros en aquel reino) e inefectivas (para otra cosa que no fuera mejorar los beneficios de sus distribuidores y cultivadores).
Diversos sabios de muy diversos orígenes y condición confirmaban las afirmaciones de los sabios insulares, funcionarios de élite del reino.
Pero un buen día la Reina se levantó de la cama con la idea de que la Sysadoa no era una flor blanca, sino roja. Y como ya se sabe que la ignorancia es muy atrevida, sin dudarlo un momento, envió un edicto pseudoerudito a todos sus súbditos, rectificando los sabios consejos de sus propios expertos. En ella se informaba de que, si la flor parecía blanca, en realidad era porque se había mirado sin atención suficiente su rojo color, cuya aplicación inmediatamente sana cualquier dolencia de los llamados “ huesos”, dado el innegable prestigio de tan excelsa flor. En fondo ya se sabe que los científicos no dicen nada más que boberías, todo el día molestando con sus rigideces, cuando cualquier monarca que se precie sabe que su “real “ opinión debe prevalecer ante cualquier estudio, por científico que sea.
Puestas así las cosas, algunas de las más brillantes expertas del reino insular han dejado a su majestad con un palmo de narices y ( lo que seguro que le irrita especialmente) sin posibilidad alguna de cortarles la cabeza, que no deja de ser la tendencia natural de las reinas de corazones desde que Carroll escribió Alicia.
El único consuelo que nos queda es saber que esta prepotente reina de corazones no deja de ser también un naipe, que desaparecerá cualquier día de éstos en cuando nos despertemos del sueño ( o mejor de la pesadilla de las reinas de corazones).
Los prestigiosos expertos en flores del propio reino insular ya habían informado con rigor y precisión de que las hermosas flores blancas de la Sysadoa eran caras ( llegando a generar un gasto de más de un millón setecientos mil euros en aquel reino) e inefectivas (para otra cosa que no fuera mejorar los beneficios de sus distribuidores y cultivadores).
Diversos sabios de muy diversos orígenes y condición confirmaban las afirmaciones de los sabios insulares, funcionarios de élite del reino.
Pero un buen día la Reina se levantó de la cama con la idea de que la Sysadoa no era una flor blanca, sino roja. Y como ya se sabe que la ignorancia es muy atrevida, sin dudarlo un momento, envió un edicto pseudoerudito a todos sus súbditos, rectificando los sabios consejos de sus propios expertos. En ella se informaba de que, si la flor parecía blanca, en realidad era porque se había mirado sin atención suficiente su rojo color, cuya aplicación inmediatamente sana cualquier dolencia de los llamados “ huesos”, dado el innegable prestigio de tan excelsa flor. En fondo ya se sabe que los científicos no dicen nada más que boberías, todo el día molestando con sus rigideces, cuando cualquier monarca que se precie sabe que su “real “ opinión debe prevalecer ante cualquier estudio, por científico que sea.
Puestas así las cosas, algunas de las más brillantes expertas del reino insular han dejado a su majestad con un palmo de narices y ( lo que seguro que le irrita especialmente) sin posibilidad alguna de cortarles la cabeza, que no deja de ser la tendencia natural de las reinas de corazones desde que Carroll escribió Alicia.
El único consuelo que nos queda es saber que esta prepotente reina de corazones no deja de ser también un naipe, que desaparecerá cualquier día de éstos en cuando nos despertemos del sueño ( o mejor de la pesadilla de las reinas de corazones).
El formato del texto, un cuento, es una estupenda metáfora para describir algo surrealista.
ResponderEliminarHe mirado todos los enlaces que se incluyen y me encantaría poder decir que no salgo de mi asombro, pero lamentablemente no es así porque ya he visto bastantes cosas asombrosas relacionadas con el abuso de esas prepotentes “reinas de corazones”, situadas en todos los ámbitos de decisión y que tanto daño hacen a la práctica médica y a la ciudadanía.
Comparto ese consuelo tuyo de que, a fin de cuentas, son meros naipes en equilibrio inestable. Caerán.
Muchas gracias.
ResponderEliminarpor desgracia siguen produciendose este tipo de comportamientos en las administraciones sanitarias de este país. Que desdicen y ningunean sus propios informes y departamentos cuando contradicen sus intereses, a menudo no explícitos.
Porque, ¿que tipo de presiones o intereses poco confesables puede tener alguien para enviar una nota oficial tan descarada? ¿Sobre una intervención de la que apenas hay discusión respecto a su ineficacia?
Asombroso
Hola Sergio:
ResponderEliminarEn primer lugar, la carta del Director General de Servicios Sanitarias del IBS es una afrenta pública a los médicos de su propia organización. A continuación reconozco mi estupor ante la interpretación tan peculiar que hace de la libertad de prescripción y la atención individualizada. Finalmente es grotesco salir en defensa del "prestigio" de unos fármacos; ni la mas grosera estrategia de marketing utilizaría por escrito este término.
En el complejo mundo de los problemas éticos de la prescripción es preciso referirse siempre a los conflictos de interés (económicos habitualmente) y las deudas morales (con trasfondo mas complejo). Aquí el único debate posible es determinar cual de los dos conceptos es mas aplicable a la reina de corazones.
miguel melguizo jiménez
Muchas gracias Miguel
ResponderEliminarComo comentaba a Javier el dislate es tan chusco y grosero que resulta dificil de creer. Ni aposta se hacen tan mal las cosas, una demostración más de que la realidad supera siempre cualquier ficción.
Lo que demuestra que ciertos responsables políticos , en lugar de ser permanentemente conscientes del carácter eventual y coyuntural de su mombramiento, llegan a desarrollar delirios absolutamente patológicos de estar por encima del bien y del mal.
Muy interesante el dilema que mencionas al final: ¿conflicto de interés o deuda moral? ¿ O ambas?