domingo, 14 de septiembre de 2014

¿Nadie ve al elefante?



“El juez Smith preside un juicio contra Cosa Nostra y antes de que de comienzo, declara lo siguiente:
-    Que Silvio Berlusconi le ha pagado los gastos de viaje.
-    Que es miembro del Consejo Asesor de la empresa Tiburones Sin Escrúpulos
-    Que ha recibido dinero de la empresa Sociedad Hipermedicada Internacional.
-    Que también ha recibido becas académicas sin restricciones de La Camorra
-    Que está inscrito en la bases de datos de la Empresa Asesinatos SL, encargada de seleccionar conferenciantes y líderes de opinión.
"
Medicamentos que matan y crimen organizado. Peter Gotzsche. 2014.

Los catadores de vino del Wall Street Journal deben someterse a un estricto y riguroso código de conducta. No pueden aceptar botellas gratis, viajes pagados o invitaciones para cenar. Las catas son a ciegas salvo expresa petición en contrario. Sin embargo  la única consecuencia de sus decisiones es, en el mejor de los casos, un aumento ligero de las ventas de un Mouton Cadet, un Pouligny Montrachet o tal vez un vino de Almansa. La muerte solo podría producirse por una ingesta desaforada de botellas, algo solo al alcance de seres muy depravados.
Sin embargo los médicos de los sistemas sanitarios de todo el mundo aceptan fármacos gratis, viajes pagados e invitaciones para cenar o dormir. Se comportan como el juez Smith que comenta Gotzsche en su reciente libro: juzgan que tratamiento es mejor para sus pacientes, son  miembros de Tiburones son Escrúpulos, colaboran con Asesinatos SL o reciben todo tipo de ayudas de la Camorra. Pero todo ello no genera cargo de conciencia alguno.
El pasado miércoles estuvieron en Madrid Peter Gotzsche y Allen Frances. Son dos de los científicos más prestigiosos del mundo. El primero es sobradamente conocido por ser el Director del Nordic Cochrane Centre. El segundo fue el “chair “ de la 4ª edición del DSM ( Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders). Ambos presentaban sus respectivos de títulos inequívocos: Medicamentos que matan y Crimen Organizado el de Gotzsche. ¿Somos todos enfermos mentales? el de Frances.
Dos libros imprescindibles, y que no pueden decir las cosas más claras.
Para Gotzsche si aceptamos la definición de la legislación americana de crimen organizado como “la reiteración de un tipo de delitos como la extorsión, el fraude, , la violación de leyes federales, el soborno, la malversación de fondos, la obstrucción a la justicia o a la aplicación de la ley, la falsificación de testimonios o la corrupción política”, la industria farmacéutica cumple todos los requisitos para pertenecer a tan distinguido club.  No tiene reparo alguno en decir que "Roche es  un camello farmacéutico que ha amasado su fortuna vendiendo heroína ilegalmente en Estados Unidos”
Frances, catedrático emérito de Duke University tampoco se queda atrás: “la industria farmacéutica está causando más muertes que los cárteles de la droga”.
Ambos coinciden en señalar que los efectos producidos por los fármacos son ya la tercera causa del mundo tras cáncer y enfermedades vasculares. Sus libros son tan contundentes como los titulares que generan. Están basados en centenares de estudios científicos. No tienen pelos en la lengua para llamar a las cosas por su nombre. Sin embargo afuera solo se oye un escandaloso silencio.
De este gigantesco escándalo no se salva nadie: revistas (pseudo) científicas que publican estudios manipulados  y tergiversados por la industria, agencias del medicamento compradas, ministerios que priorizan la salud del sector industrial a la salud de sus ciudadanos, médicos vendidos a precio de saldo, asociaciones de pacientes encantadas de convertirse en vendedores indirectos o directos de fármacos inútiles para sus afiliados…
El elefante de la Industria Farmacéutica ocupa un espacio inmenso en la habitación de los sistemas sanitarios. Nadie  le ve. Seguimos afanosamente atareados en nuestras cosas, lamentándonos de crisis y recortes, de mala educación de los usuarios, de que todos quieren medicinas para los problemas de la vida diaria. Queda la duda de si algún día, en algún momento, seremos capaces de ver al menos una oreja al elefante. Porque, como dice Gotzsche , se necesitan dos para bailar el tango
No estaría mal empezar por seguir sus seis sencillas recomendaciones:
-    dejar de formar parte de cualquier asociación que acepte favores de la industria.
-    Preguntar a su médico si recibe dinero o beneficios de la industria, si recibe visitadores, y si es así cambiarse de médico
-    Dejar de tomar medicamentos salvo en los casos en que sean absolutamente indispensable ( lo que es muy improbable)
-    Preguntar si existe una versión más barata del fármaco en caso de ser indispensable éste.
-    Evitar medicamentos que lleven menos de 7 años en el mercado.
-    Recordar que no podemos creer una sola palabra que proceda de la industria farmacéutica





(Fotografia tomada en el acto de presentación de Peter Gtezsche en la OCU de Madrid)

2 comentarios:

  1. No estamos ante la publicación de “Gomorra”, que supone para su autor una práctica reclusión con vigilancia policial constante en prevención fundada de que alguien atente contra su vida.
    Aunque Gotzsche sugiera que denuncia una estructura mafiosa, es probable que no haya de temer por su vida. Su condena será el silencio, como se indica en el post. Es probable que venda unos cuantos o muchos libros… pero pasará, consentido como una moda más. Dicen que no hay mejor desprecio que no dar aprecio y la Industria Farmacéutica sabe de eso. Y, en caso de denuncia concreta a alguna de sus integrantes, ya habrá el consiguiente proceso jurídico, largo y costoso aunque sólo lo sea psíquicamente, algo ya conocido por el Prof. Laporte, quien recomienda la lectura del libro de Gotzsche. Una recomendación que induce fuertemente a esa lectura, pues el Prof. Laporte tampoco tiene esos pelos que abundan en las lenguas de tantos.
    Quisiera comentar algo sobre esas seis sencillas y sensatas recomendaciones que se dan al final del post.
    La primera de ellas incluye, entiendo, a las asociaciones de enfermos. Si bien una asociación de pacientes tiene importancia a la hora de ejercer presión social para sensibilizar a los poderes públicos en la lucha contra una enfermedad, no es menos cierto que son también fácilmente dirigidas por “sponsors” comerciales, haya o no enfermedad real, pues es claro que uno de los grandes intereses farmacéuticos es vender medicamentos a sanos, en lo que se conoce como “disease mongering”.
    La segunda recomendación supone un problema importante, al menos en el ámbito de la medicina hospitalaria. ¿Qué médico de hospital no ha visto cubiertos sus gastos de congresos por una firma farmacéutica? Hay algo perverso a tener en cuenta al respecto. Los médicos del sistema público tenemos unos objetivos (porcentaje de nómina que se quiere aumentar tanto por parte del PSOE como, sobre todo, del PP) en los que figuran las comunicaciones a congresos. Además del criterio económico implícito, esa presentación es concebida por nuestros residentes (y no pocos adjuntos) como mérito curricular, y las propias gerencias ven con buenos ojos que cada cual se busque la ayuda pertinente de un proveedor para las inscripciones y asistencias a esos congresos que, por otra parte, son casi siempre inútiles. Y eso ocurre, que yo sepa, en todos los servicios hospitalarios. ¿A qué médico vamos? Se ve muy mal que a un médico le regalen una pluma estilográfica a la vez que se admite con absoluta normalidad que las gerencias deriven la formación continuada (y lo que no sabemos) al patrocinio de la Big Pharma. En ese sentido, hay una cuestión que creo relevante: la gran opacidad existente en la cuestión de los ensayos clínicos realizados en nuestros hospitales, que no digo yo que no sean necesarios (también lo son los trasplantes).
    En cuanto a la quinta, evitar medicamentos novedosos es una recomendación sensata pero complicada. Tenemos ahora mismo la cuestión del sofosbuvir (“Sovaldi”) con una presión social importante para que se administre a un precio razonable y no al indecente de 60.000 € por tratamiento. Yo mismo he colaborado con esa presión social por razones de amistad con un paciente. Lo he hecho basándome en lo que se ha publicado en NEJM y BMJ. Ahora bien, ¿Y si el sofosbuvir no es tan bueno y empiezan a verse efectos indeseables tras una indicación masiva? Basta recordar otros casos (cerivastatina, Vioxx…). Ante tal posibilidad nada mejor que un beneficio rápido con un mercado limitado, que restringiría la sensibilidad de la farmacovigilancia. Mejor, comercialmente, darlo muy caro a pocos que menos caro a muchos. Pero no es menos cierto que la farmacología avanza y es posible que estemos ante una nueva “penicilina” para la hepatitis C; en tal caso… ¿quién esperaría siete años?

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  2. Como siempre un comentario lleno de sensatez. Las recomendaciones de Gotzsche posiblemente hayan de considerarse más como un elemento para la reflexión que una listado de obligado cumplimento. El último ejemplo que planteas sobre el Sovalid pone de manifiesto todas las contradicciones entre las que nos movemos. Aunque la clave de la cuestión es si disponemos de información suficiente sobre beneficios y ( especialmente ) riesgos como para poder tomar una decisión suficientemente fundada que no sea aquella a la que nos inducen algunos para ganar dinero.
    Ahora bien, hacer algo de este tipo sigue estando en el terreno de la utopía. Supone tal cambio de prácticas profesionales, sistemas de incentivación y recompensa asi como en la forma de organizar los congresos que por desgracia parece una batalla perdida

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