En el lugar donde vivo, cuando uno lleva
mucho tiempo sin aparecer por la churrería o el bar de costumbre se le
suele recibir con una expresión que es, a la vez, pregunta y reprimenda: “
Estás mu perdío”. Deja la puerta abierta a múltiples interpretaciones,
recelosas ( ¿no habrás cambiado de taberna?), curiosas ( ¿cambiaste de barrio o
de vida?), o temerosas ( no te habrá pasado nada malo, ¿verdad?).Pero en
cualquier caso, y a pesar de su
tono, en el fondo demuestra interés y preocupación por la persona en cuestión,
porque no queremos que “se pierda”.
Miguel Melguizo, con su habitual sensatez, escribía un
comentario en este blog a propósito de la frecuentación, otro de los
indicadores de gestión, en este caso de Atención Primaria, que se acaba
convirtiendo en un instrumento evaluador del trabajo de los clínicos.
La frecuentación suele entenderse como el número de veces
que un ciudadano acude al médico al cabo del año. “Estar mu perdío” equivaldría
a tasas de frecuentación bajas, mientras que no existe expresión popular en mi
pueblo para referirse a la alta frecuentación ( “ ya está aquí este brasas”
podría ser una, pero suele evitarse para evitar mayores problemas).
El problema (como en buena parte de los indicadores que
pretende convertir en porcentajes
algo tan complejo como es la buena práctica clínica) es establecer el estándar
de lo que debe ser una frecuentación adecuada. Entre la curiosa estirpe de los
fabricantes de Indicadores sanitarios, los más simples optan por elegir la
media: de forma que si la media de frecuentación está en 7, lo estarás haciendo
bien si te adecuas a esa cifra y mal si te separas de ella, aunque generalmente
está mucho peor visto si te desvías por arriba, que por abajo ( porque en el
fondo de lo que se trata es de racionar el uso de los recursos, aunque no se
haga explícito). Así, llevamos décadas midiendo un indicador como es la tasa de
derivación que Roland y Coulter demostraron que no se correlaciona en modo
alguno con la buena o calidad de la actividad clínica, sin que nadie haga la
más mínima objeción por aceptar un indicador sin evidencia científica alguna.
Cuando el fabricante de Indicadores no es capaz de
establecer un estándar , opta por echar mano del eufemismo ; y entonces habla
de “adecuación de la cifra de…”, guardándose en la mango lo que es la “buena”
adecuación.
La frecuentación es un indicador especialmente asombroso.
Parece que hay acuerdo en todo el mundo en que conviene mantener las cifras de
mortalidad intrahospitalaria lo más bajas posibles, o evitar en lo posible las
amputaciones de miembros inferiores en pacientes diabéticos.
Pero, ¿qué es mejor, tener tasas altas o bajas de
frecuentación? Y de ser mejor tenerlas bajas, ¿hasta donde hay que bajarlas?
¿El ideal sería la frecuentación 0, muestra de que nadie necesita ir al médico,
o más bien 365 , máximo grado de accesibilidad a la amada población a la que
atendemos?
Si se revisan los datos de la OCDE se observa que un país
“rico” como Suecia tiene una frecuentación de alrededor de 3 ( “la gente está
mu perdía”), mientras que en Japón ( otro país “rico”) está en 13 al igual que
Corea ( la gente es “mu brasas”). ¿Es mejor el sistema sueco que el japonés o
viceversa ,por tener una tasa u otra de frecuentación?
Un compañero de un centro de atención primaria me contaba
que una de las pacientes de su
cupo tenía una frecuentación de 200. Es decir iba al centro la práctica
totalidad de los días que el centro estaba abierto. Un día le indicó a la
paciente que no hacía falta que volviera a tomarse la tensión arterial en la
próxima semana. La paciente le puso una reclamación por falta de atención. Lo
sorprendente del caso no es que la paciente lo hiciera, sino que al día siguiente
recibió un fax urgente del propio consejero de salud exigiendo un informe de la
razón de esa falta de asistencia.
La aplicación de las reglas propias de la fabricación de
tuercas al mundo de la enfermedad y la muerte lleva a este tipo de situaciones
ridículas: a intentar medir lo que depende de múltiples factores: desde la
inseguridad personal a la hora de enfrentarse a situaciones inciertas, hasta la
insensatez política de fomentar la medicalización de la vida hasta el delirio.
Pero aún peor,es medir aquello
cuyo resultado no sabemos siquiera que significa.
En esas circunstancias la valoración de si un paciente "está mu perdío" o "es un brasas" parece mucho más fiable.
Imagen: gráfica de OCDE sobre número de consultas al médico en 2011 en los países de la OCDE
Además su medición está sujeta a infinidad de errores de cálculo informático. En mi Comunidad Autónoma no puedes programar una "visita no presencial". Así, programar en la agenda electrónica una llamada o una revisión de la historia ha de ser con el epígrafe "presencial", pues no hay otro.
ResponderEliminarA lo peor es que quien diseña esas cosas no cree en la existencia de las consultas no presenciales, o que éstas no consumen tiempo, y pretende que esa agenda la llevemos con boli y papel.
Enhorabuena por el tema y magnifica la presentación. Y aún somos capaces de decir que no sabemos que investigar en AP.¡ Está todo por hacer!
ResponderEliminarLa frecuentación debe mrdirsecen relación al perfil individual de cada paciente y comunidad. Parece que de toda la informacion desperdicuada, solo preocupa la idea de wue cusnto mas se acuda sl condultorio mayor ed la podibilidaf de aumentar el gasto sanitasrio,. Pero yo no estoy de acuerdo.
ResponderEliminarMuchas gracias a los tres por los comentarios.
ResponderEliminarEn esto, como en muchas otras cosas, hay mucha ignorancia. Por eso es tan necesario pensar fríamente que queremos medir y que significa lo que medimos
Juan Gervas escribió hace 20 años un articulo que sigue teniendo perfecto valor http://equipocesca.org/informacion-en-medicina-general/ …
Lo que dice Juan es especialmente cierto: los sistemas de medición corresponden en el mejor de los casos al siglo XX.
Hacer una consulta electrónica o telefónica es algo que pone nerviosos a los "evaluadores" porque es un incordio
¿Es malo un médico por tener una frecuentación alta?
Nadie lo ha demostrado
¿Es lo mismo una frecuentación alta debido a visitas al centro que la realizada a través del correo?
sabemos muy poco, y en vez de investigarlo perdemos el tiempo alimentando la base de datos del Gran Hermano
Yo soy de las de "estoy mu perdía", jeje, creo que menos de una cada dos años, lo cual, estoy segura también les resulta "irrentable", y hasta me da miedo ir no vaya a ser que me obliguen o me multen, porque puede ser que el día que vaya me tengan que "jasé de tó" y hasta quiebre el sistema con tanto gasto "en mí".
ResponderEliminarCuando descubrí tu blog hace meses, no me lo podía creer. Ya sí. La sensatez y la inteligencia aún existen. Gracias.
Gracias a ti. Que alguien que escribe poemas tan preciosos como tu se haya fijado en este blog es todo un lujo.
ResponderEliminarPor cierto, "Jasé de tó´" lo incluiré con tu permiso en una propuesta imposible de indicadores sanitarios
Y mi escritura disléxica con dedos gordos? Acaso no es poética?
ResponderEliminarQuerido Sergio:
ResponderEliminarsi la tendencia natural del paciente es ir a su medico cuando tiene un problema de salud no sé cómo interpretar que nos premien por el número de" mú perdíos" que pueblen nuestras mañanas o tardes ; si nos imponen que la agenda este completa se saturara " de brasas " y el ratio de "mú perdīo" / brasa" (MP/B) dejara de tener validez de medida."
Yo me hice médico de familia para visitar pacientes no para recoger una medalla por que mi cuota de "mú perdios" sea , en mi día a día , tendente al infinito; porque si:
- mi agenda esta vacía, soy un vago.
-mi agenda esta llena, un mal gestor.
- mi papeleo burocrático al día, mal medico porque solo "veo papeles"
-Si no lo está, mal gestor - de nuevo- porque "no veo enfermos".
- si el cociente MP /B es alto, algo estaré haciendo mal que los pacientes no vienen.
- si por el contrario es bajo, un blando por no saber decir que no... Y además me penalizaran por "no-sermonear-adecuadamente-a-mis-brasas" para que no vuelvan más.
Vamos que desde el artículo de marras" vivo sin vivir en mi" con los porcentajes de brasas y mú perdios que me acompañan de modo diario en mi periplo profesional.
Debo meditar qué mide y para qué el ratio anterior mientras yo misma me consideraré "mú perdía " por hacerlo con una cerveza fría en la mano, eso si, en mi tiempo libre fuera del horario laboral.
Gracias por hacerme meditar y permitirme hacerlo en tono de humor.
Un abrazo,Marián
Me encantan tus indicadores Marian.
ResponderEliminarEl MP/B hay que patentarlo ya
Yo creo que todo esto lo que pone de manifiesto es al disparate al que hemos llegado y que toleramos sin decir nada
Según te leía pensaba que el "indice de mu perdiós" podía ser casi un medidor de la ley de cuidados inversos: los que más lo necesitan están mu perdíos"
Un abrazo
Gloriosa entrada. Los datos hacen buenos mimbres para cualquier teoría, lo cual nos acaba llevando a esta especie de numerología sanitaria.
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