“El lenguaje
político está diseñado para hacer que las mentiras parezcan ciertas y el asesinato
respetable, dando aspecto de solidez a lo que solo es humo”
George Orwell.
La Dr. Suha
Abushamma es residente de medicina interna en la Cleveland Clinic; tiene 26
años, es musulmana y nació en Sudán. Hace unos días marchó de vacaciones a Arabia
Saudí, pero anticipó su regreso ante las noticias que llegaban de Estados
Unidos, tras la promulgación por parte de Trump de la orden que impide la
entrada allá de ciudadanos procedentes de 7 países (Irán, Iraq, Libia,Siria, Somalia,
Sudán, y Yemen).Con todos los papeles en regla la Dra. Abushamma tomó un avión
con destino a Estados Unidos en la mañana del pasado sábado. Al llegar a Nueva
York y mientras esperaba para pasar el control de pasaportes, fue conducido por
la Policía de Fronteras a una habitación, donde se le prohibió el uso del
teléfono, siendo deportada doce horas después de nuevo a Arabia Saudí. Más de 1500 personas, estudiantes, médicos y enfermeras, residentes y titulares han
firmado ya una carta solicitando la retirada inmediata de la orden de Trump.
Su caso no es una excepción.Tampoco es más relevante que el de
la inmensa mayoría de refugiados, migrantes o estudiantes que llegan cada año a
un país cuya sociedad (guste o no a los defensores de la supremacía blanca), es
esencialmente multicultural. En algunos casos las personas que entran acabarán
trabajando allá: a pesar de los infundios respecto a que los graduados
extranjeros son menos competentes, la evidencia (que también la hay y reciente)
demuestra que lo son tanto como los respectivos nativos.; en otros caso regresarán
a sus lugares de origen para atender las necesidades en salud de sus países,
intentando aportar su grano de arena a una situación imposible. Algunos de los
más brillantes expertos en múltiples campos del conocimiento proceden de alguno
de esos países, o bien de otros que quizá acabe engrosando la lista de “lo
ajeno”. Pero eso al necio le trae sin cuidado
Michael Marmott
escribe esta semana en The Lancet sobre la consistente inconsistencia de Trump:
“haber dicho algo ayer no es obstáculo para negarlo hoy”. El problema de la
inconsistencia es que anula la posibilidad de debatir: el debate se construye
con hechos y argumentos que, una vez presentados, obligan a reflexionar sobre
si éstos confirman nuestras afirmaciones, o por el contrario las refutan. Esa es,
para Marmot y el editor de Lancet, el fundamento de la ciencia. Trump desborda
ese planteamiento sobre el que se ha fundado el progreso humano, ya sea filosófico
o científico. Si los hechos no se corresponden con su realidad (como en el
recuento de asistentes a su toma de posesión) simplemente se buscan hechos alternativos.
El Presidente del
gobierno de España habló con Trump hace dos días. La postura
del gobierno ( por boca de su portavoz) es defender una relación con Estados
Unidos sin gritos ni estridencias: si se levanta un muro que impide la
movilidad de seres humanos, si se prohíbe a personas buscar un lugar de
trabajo, reencontrarse con sus familiares o simplemente huir de la guerra lo
prudente es permanecer expectantes: no es cosa de molestar al amo. Por ello, el
máximo responsable del gobierno de España se ofreció como mediador ante el
resto del mundo pero por supuesto no osó
preguntar al amo por el muro. Pero el amo sí que instó a Rajoy a aumentar el gasto de defensa hasta el 2% del PIB, un 1% que perfectamente se puede reducir
del gasto sanitario , tal y como prometió el gobierno a la Troika.
Si asombrosa es la
conducta del que dice representarnos ante el mundo, no lo es menos el del señor
portavoz de la gestora del partido socialista “marxista” (“si no les gustan mis
principios tengo otros”). Sin inmutarse afirmó que “la inmensa mayoría de
españoles están indignados y enfadados con que el presidente de España”. En
pleno ejercicio de la máxima orwelliana, parece olvidar que fue precisamente él
y su partido los que permitieron que un personaje así nos represente.
( Viñeta de El Roto en El Pais)
La renuncia a la libertad conduce a la servidumbre voluntaria. Esa parece la situación generalizada que ha permitido que alguien como Trump sea presidente de EEUU. Como indicas, es un amo; un amo solicitado por quienes mayoritariamente le votaron. Y una vez alcanzada esa cota de poder, el amo se considera a sí mismo (ya lo había expresado antes) omniscientey omnipotente.
ResponderEliminarSólo él sabe qué es justo y bueno y así lo declarará en sucesivos “tuits” y no los jueces y ni siquiera los científicos en un país que adora la tecno-ciencia. Sólo él se cree el único amo universal, opinión respaldada por otros presidentes serviles como el patético ejemplo que indicas.
Dios salve a América a la que hay que hacer grande de nuevo. Pero ocurre que América sólo es EEUU y no el resto del continente al que habrá que amurallar, exceptuando Canadá.
Llevamos tiempo viviendo en un mundo que, como bien apuntas, es ya orwelliano. Con sus hechos cambiantes y su neolengua. El “presentismo” facilita estas cosas.
Pero hay algo bueno que tienen en EEUU. Hay jueces dignos y hay periodistas que también lo son, así como muchos ciudadanos que siguen sabiendo del bien y del mal, más allá de la mera obediencia aplaudidora. Aquí, mientras tanto, vivimos en un estado que, más que laico, es light, acogedor del cinismo servil como forma de vida.
Eric Fromm describió bien esa relación en el Miedo a la libertad. resulta más cómodo renunciar a la libertad que luchar por ella. Trump ssocava los principios de una forma racional de abordar los probelmas , al cuestionar la ciencia o la ley si no coincide con el sentido común, que siempre es el suyo por supuesto.
ResponderEliminarEsperemos que esa oposición civilizada que comienza a articularsse en América sea capaz de parar el desatino.
Aqui mientras tanto seguimos a lo nuestro.