El gatopardo. Giuseppe Tomasi di Lampedusa.1958.
A punto de entrar más de la mitad del país en la ansiada Fase 3, seguimos teniendo como única información sobre las medidas de reforzamiento del sistema sanitario, los informes, francamente mejorables, elaborados por el Ministerio de Sanidad a principios de mayo. Una vez más los floridos indicadores con los que éste presume ante la opinión pública son simple papel mojado al desconocerse datos concretos tan elementales como el “Número de profesionales de los servicios de vigilancia epidemiológica dedicados a la respuesta de COVID-19 en relación con el número de casos diarios detectados”, el “Porcentaje de los casos con síntomas compatibles de COVID-19 en los que se ha realizado una prueba diagnóstica”, el “Número de contactos estrechos identificados por caso” o el “Porcentaje de contactos estrechos que desarrollan síntomas durante el seguimiento y son confirmados”.
Es posible que todos ellos estén en poder del Sr. Simón y los responsables autonómicos, pero con buen criterio se evita su conocimiento público no sea que la población se asuste. De los hipotéticos y prometidos refuerzos para la APS parece se quedaron en proyecto. La comunidad de Madrid, que presenta el peor balance en infectados , muertos y gestión de residencias de todo el estado, se sorprende de la desagradecida actitud de los residentes de medicina familiar y comunidad, que tras dar tumbos entre centros de salud e IFEMAS en los peores meses de la pandemia, rechazan sus precarios y abusivos contratos; contratos que lo que fomentan es la “discontinuidad de la atención” en lugar de preservarla. impidiendo el ejercicio de una verdadera atención primaria. Claro está que esos responsables políticos jamás entendieron ni mostraron interés en conocer para qué sirve y es útil ésta
Acaba de conocerse la composición de listado del Grupo de trabajo de Sanidad y Salud Pública que tienen sobre sus espaldas la responsabilidad de la reconstrucción social y económica del país. No seré yo quien cuestione la valía personal y profesional de sus componentes que en algún caso concreto es más que notoria. Amplia representación de los políticos ( los que desempeñaron responsabilidades políticas en el pasado), del mundo académico, y una nutrida representación de la industria farmacéutica y la sanidad privada que , como todo el mundo sabe, ha sido absolutamente clave en el abordaje de este pico epidémico.
Sí llama ligeramente la atención que de 34 miembros solo 4 realizan actualmente tareas clínicas. Los profesionales clínicos sirven para doblar turnos, no librar guardias, atender en fines de semana sin refuerzo ni remuneración por ello, colocarse equipos de protección hechos por monjas o confeccionados con bolsas de basura e infectarse por su propia incompetencia, pero es mejor no preguntarles mucho porque sobre cómo debería ser el sistema porque eso es mejor dejarlo en manos de los “expertos”. Con los aplausos de las 8 de la tarde y el Premio de la Princesa de Asturias, ya tienen suficiente reconocimiento.
En la Comisión citada, la representación de la Atención Primaria se reduce a dos médicos de familia, uno de ellos en ejercicio. Ningún otro profesional, demostrando el peso "real" que tiene ésta a pesar de las continuas llamadas a su "fortalecimientos", "eje del sistema", "puerta de entrada" y demás tópicos.
Pero lo más curioso de tan curiosa composición es que para una reconstrucción del sistema, que debería imaginar un futuro que sin duda será distinto, no haya nadie por debajo de 40 años. Ya se sabe que por debajo de esa edad se necesitan unos cuantos hervores para entender la realidad de las cosas; hervores que, sin embargo, no necesitaron los respetables y las respetables que constituyen la comisión.El mundo del futuro es diseñado por gentes del pasado.
No va a cambiar nada. Ni se quiere que cambie. Por eso es preciso este pequeño cambio de la llamada a la reconstrucción
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