lunes, 17 de agosto de 2020

La nueva normalidad(IX): modelo wallapop de administración pública


Viernes 8.50 de la mañana. Tres adultos preparados frente a sus respectivos ordenadores para el momento culminante del día. No, no pretenden conseguir entradas para la última gira de los Stones o el regreso del Boss; acaban de recibir un chivatazo de la propia administración española tras meses buscando una cita para la tomade huellas dactilares para la emisión del Número de Identificación del Extranjero (NIE).Semana tras semana lo han intentado de mil y una maneras: rogando a los impasibles policías de la puerta de entrada a la comisaría, siguiendo los consejos de los compañeros de fila que aseguran que se puede conseguir a las 3 de la mañana, solicitándolo por correo a todas las direcciones disponibles.  Lo intentan una y otra vez  recibiendo la misma respuesta que conocen bien desde hace casi un año: “ En este momento no hay citas disponibles. En breve, la Oficina pondrá a su disposición nuevas citas”. De repente consiguen entrar, como si hubieran sabido pronunciar por fin Sésamo ábrete. Aparecen por fin las ansiadas citas: son pocas, pero intentan reservarlas lo más cercanas posibles al ser familia. En menos de un minuto han desaparecido de la pantalla que vuelve a emitir su sarcástico mensaje: “En este momento no hay citas disponibles….”Se volvió a cerrar la cueva , se acabaron las citas con la misma velocidad que los conciertos de Springsteen en su buena época. El balance es patético: han conseguido la cita para renovar el NIE del menor pero no de los padres de la criatura por lo que en buena lógica podría estar regularizado éste sin que lo estén sus progenitores.

Desde hace meses ocurre esto. Dos medios de comunicación (Antena 3 y el diario) llevan informando de que las ansiadas citas pueden obtenerse por Wallapop, inaugurando una innovadora práctica de la Administración española, de este extraordinario gobierno tan moderno que padece España. Por solo 100 euritos un migrante puede pillar su cita, 500 si recurre a una gestoría. Es la forma moderna de fomentar la iniciativa empresarial, a los nuevos emprendedores: la absoluta ineficacia de la administración pública. ¿Qué senegalés que vende bolsos en la manta, que ecuatoriana que friega suelos, que rumano que recoge fruta no va a poder permitirse ese pequeño gasto?

Si la situación ya era grave antes del confinamiento, alcanza situaciones grotescas tras éste. Se desconoce que hicieron y hacen los funcionarios: probablemente estén todos disfrutando de sus merecidas vacaciones de un teletrabajo invisible sin efecto alguno sobre sus “clientes”. Por supuesto tampoco se reforzó ni contrató personal para actualizar los trámites, actividad que el gabinete de gobierno español , tan progresista él, debe considerar “no esencial”. Al fin y al cabo , como comenta con la superioridad que le da el uniforme un policía portero a un hombre de la cola, "no tienes por qué preocuparte; estás en España y todo el mundo sabe que ha sido por el Covid; nadie te va a detener”.

Pero el pobre hombre bien sabe que sin la actualización no le mantienen la cuenta corriente en el banco, viajar a otro país europeo o cerrar un acuerdo de trabajo.

España, gran país de acogida. Nosotros que siempre hemos presumido de lo simpáticos y acogedores que somos como pueblo. Nada que ver con esos pueblos del norte de Europa , oscos y huraños, que se pasan el día pidiendo papeles en las aduanas. Un país de cara amable que esconde un maltrato creciente al extraño: ignorando la necesidad que tiene cualquier trabajador de poder descansar en un sitio digno tras 14 horas de jornada, desentendiéndose de la atención de las personas que llegan en pateras, convirtiendo la emisión en el documento que acredita para residir legalmente en el país en un objeto de trapicheo y corrupción.

Los ministros responsables, Sr. Grande Marlaska y Sra. Carolina Darias están para cosas más importantes. O quizá en algún paraíso perdido. La corrupción en España no es privativa de su cúpula, afecta a su esqueleto Hay veces que resulta difícil aceptar que un país así es tu país.

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