miércoles, 19 de febrero de 2014

Estatinizar el mundo

“ Reports that say that something hasn't happened are always interesting to me, because as we know, there are known knowns; there are things we know that we know. There are known unknowns; that is to say, there are things that we now know we don't know. But there are also unknown unknowns – there are things we do not know we don't know".
Donald Runsfeld

En su imprescindible The Patient Paradox, del que ya informamos en su momento, Margaret McCartney señalaba que uno de cada tres adultos británico de más de 45 años tomaba algún tipo de estatinas, es decir  cerca de 7 millones de habitantes solo en el Reino Unido. John Ionnidis, del Department of Medicine and Health Research and Policy de Stanford, publicaba recientemente en JAMA la estimación del número de personas que deberían tomar estatinas en Estados Unidos en el caso de aplicarse las recomendaciones de la última guía de práctica clínica desarrollada por the American College of Cardiology y The American Heart Association: nada menos que cerca de la mitad de población americana entre 40 y 79 años, es decir 46 millones de un total de 101 millones de americanos, cifra que incluye tanto los que tienen un riesgo vascular a los 10 años  > 7.5% (en los que las estatinas están altamente recomendadas) , como los que presentan un riesgo entre 5 y 7.4% ( entre los que las estatinas deberían ser consideradas). Ionnidis extrapola estas cifras a la población mundial , obteniendo la exorbitante cifra de 920 millones de personas , cifra que sin embargo considera insuficiente para cumplir las recomendaciones de la ACC/AHA, dado el crecimiento de la población y su creciente envejecimiento. En definitiva, cerca de un 1.000 millones de personas ( un billón anglosajón  ) , sanas, sin evento vascular previo, debería tomar estatinas.
Lógicamente si se decide estatinizar el mundo, España no debería quedar fuera bajo ningún concepto. Un país que es aliado natural de los Estados Unidos no debe quedar fuera de sus recomendaciones, aunque aquí tengamos una genética especial y aceite de oliva en los bares.
¿ Quien se beneficia de ello? Que sean los pacientes está aún por demostrar. Lo que es indudable es el enorme beneficio que obtendrá la industria farmacéutica ( y posiblemente los médicos que trabajan para ella).  Ionnidis estima que de aplicarse la guía americana las ventas de estatinas podrían acercarse al trillón anglosajón ( billón español) de dólares hasta el año 2020.
Podría considerarse que es una nueva exageración de los molestos opositores al progreso científico. Sin embargo, el periódico El País, gran defensor del  liberalismo económico, informaba en sus páginas de Economía, bajo el título de¿Hay vida después del Lipitor?  de la preocupación de Pfizer por ver descender sus astronómicos beneficios ( más de 120.000 millones de dólares en el periodo 1996-2011) en el momento en que expirara la patente hasta el punto que , según el Pais,  “Pfizer lanzó un programa de incentivos para venderlo directamente a los pacientes. Pero se teme que no sea suficiente para compensar la caída de precio”.
Los riesgos de esta estatinización masiva poblacional no parecen importar demasiado. Sin embargo Sattar et al ya publicaron  en Lancet el hecho preocupante ( solo para algunos) de que por cada 255 pacientes tratados con estatinas durante 4 años se produciría un caso de diabetes, lo que significaría la aparición de 27450 nuevos casos de diabetes, si nos atenemos a la cifra de 7 millones de británicos que la consumen . Casos todo hay que decirlo, susceptibles de ser tratados con fármacos en esa cascada exponencial de riesgos (para los pacientes) y beneficios ( para los laboratorios y sus médicos a sueldo).
Aunque Donald Runsfeld ganó el prestigioso premio a la parida del año ( Foot in the mouth Awards) por la frase arriba indicada, Margaret McCartney considera que refleja muy bien lo que es la investigación médica. Porque no sabemos que no sabemos. Estamos felices en nuestra ignorancia, sin preparación suficiente para interpretar lo que se publica en las revistas científicas. Asumimos que puesto que hacemos algunas determinaciones ( como las cifras del colesterol), ya sabemos todo lo necesario sobre las enfermedades, los riesgos y las personas. Afortunadamente la vida es más imprevisible y mucho más compleja de lo que establece el REGICOR.
Parece que los responsables de la guía americana están muy satisfechos porque solo  8 de los 15 panelistas que intervinieron en la elaboración de la misma tenían vínculos estables con la industria. Es un gran avance porque en la edición anterior todos ellos tenían conflictos de interés. En España una vez más no sabemos. Las últimas Recomendaciones preventivas cardiovasculares del grupo de Prevención cardiovascular del PAPPS, quizá el más seguido por los médicos de familia de España, no incluía ninguna declaración explícita de conflictos de interés alguno. Tal vez es que Atención Primaria es una revista que considera superfluo este tipo de declaraciones. “Ojos que no ven , corazón que no siente”
(Viñeta de El Roto en El Pais)

4 comentarios:

  1. Un post muy ilustrativo de los excesos a los que llega la medicalización de lo normal.
    Las estatinas son interesantes en algunos casos, no en todos pero es a todos a donde parece pretenderse que lleguen, y en camino están de lograrlo. Se discute a veces, y con razón, el mal empleo de los antibióticos, como de tantos otros fármacos. Pero con las estatinas estamos ante una perspectiva distinta. La penicilina tiene un objetivo terapéutico y puede estar fundamentado o no su uso. Una estatina, por el contrario, tiene una finalidad preventiva cuyo uso (de por vida generalmente) muy pocas veces está fundamentado. ¿Por qué ese éxito? Semejante uso masivo no está avalado por los estudios científicos; tampoco está, ni mucho menos, exento de riesgos. Es cierto que la industria farmacéutica quiere hacer negocio, pero lo consigue con las estatinas más que con cualquier otro producto. ¿Qué ocurre con ellas?
    Desde mi punto de vista estamos ante una nueva forma de moral judeocristiana: el pecado de no cuidarse. Y en ese cuidarse entra desde la ingesta de estatinas hasta correr como locos los domingos o someterse a dietas horribles. Parece que si se sufre, se hacen más méritos para morir tarde. El “más vale prevenir” ha calado como obligación a tal punto que cuando alguien ha sufrido un infarto, el pánico en los que le conocen se traduzca en las preguntas habituales: ¿pero no fumaba? ¿es que no tenía colesterol? ¿tampoco era hipertenso? O en afirmaciones del tipo: no se cuidaba nada. Es decir, uno es culpable de su enfermedad y cualquier elemento mágico (las estatinas en términos de porcentaje de uso entran en esa categoría) es válido si se le confiere un valor de protección activa, de que uno ha puesto los medios, se ha “mirado” y hace lo que dicen los “expertos”. En realidad, en la gran mayoría de los casos (en todo hay excepciones), las estatinas suponen el tratamiento, no de una enfermedad, sino de una analítica, algo que entra en el orden de la estupidez.
    Pero el enfoque general, insisto, es el de la culpa, el de una nueva forma de pecado. Uno se hace culpable de la enfermedad que le ocurra por no prevenirla. Pero también sabemos, por tanto que insisten en ello otros “expertos”, que se es culpable de perder el trabajo o de no encontrarlo, por no ser positivo, asertivo, eficiente.
    Al final todo acaba confluyendo en la culpa universal. Recientemente, el servicio de cardiología de mi hospital nos remitió a todos un folleto de la Asociación de Pacientes Cardiópatas y Anticoagulados de mi ciudad, que incluye un “decálogo para un corazón sano”. Uno de los mandamientos (pues de decálogo hablamos), el 8º, dice “lleva una vida tranquila y ordenada, el estrés perjudica al corazón”. Creo que todas estas asociaciones y los médicos que las apoyan deberían acoger como himno y cantarlo en todas sus reuniones la canción de Sabina “Si quieres vivir cien años”.
    Un abrazo, Sergio.

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    1. Muchas gracias Javier. El “decálogo para un corazón sano" es digno de encomio. ¿Alguien puede vivir hoy en día sin estrés? Pero, ¿en que mundo vive esta gente? Además de que el concepto de vida ordenada me retrotrae a mis recuerdos de educación religiosa. No se si se referirán también a eso. Un abrazo

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  2. El artículo de Ioannidis al respecto, traducido al castellano. http://medicocritico.blogspot.com.es/2013/12/hacia-la-estatinizacion-de-la-sociedad.html

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  3. Mil gracias Javier. Como de costumbre, por delante.

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