"He who studies medicine without books sails an uncharted sea, but he
who studies medicine without patients does not go to sea at all.Listen to your patient, he is telling you the
diagnosis,"
Sir William Osler
Hubo un
tiempo en que el fundamento de la asistencia sanitaria era el contacto que se
establecía entre un médico y un paciente junto a su cama. En el que los
instrumentos básicos aprendidos como esenciales por el primero y reconocidos
como imprescindibles por el segundo eran escuchar, observar, y tocar. No hace
mucho tiempo de esa época, no hay que remontarse a cuando Osler practicaba la
medicina en Hopkins para encontrarla. Yo la vi e intenté aprenderla de gente
que la conocía y practicaba.
Ese
paradigma hace tiempo que cambió. Y todos (médicos, pacientes, organizaciones,
políticos) aceptamos sin nostalgia que sea así.
He
tenido la ocasión de conocer hace unos días como se practica el nuevo paradigma
en uno de los centros emblemáticos del modelo MUFACE, una de esas clínicas
privadas que presumen de una forma diferente de hacer las cosas, mucho más
avanzada y moderna de la que se practicaba en el anquilosado y periclitado
sistema público.
Sus
fundamentos son dos: en primer lugar unas instalaciones hoteleras de cuatro
estrellas, con vistosos pijamas de diferentes colores según categorías, y
confortables habitaciones individuales con baño privado y cómodo sofá cama para
el acompañante. En segundo lugar la tecnología como principio: “ponemos la
tecnología más avanzada al servicio de tu salud” se aprecia en el cartel
publicitario con un sonriente especialista ante el tubo que todo lo sabe. La
clínica es “referencia en innovación médica” y ya se sabe que no hay innovación
sin Resonancia, TAC, PET, Doppler, Holter o ergometrías.
El
paradigma es aceptado con agrado por los pacientes. Pudiendo escoger la
pastilla roja del viejo paradigma prefieren esta pastilla azul de pasillos
solitarios, habitaciones individuales y derroche tecnológico.
Ante un
cuadro de síndrome miccional con fiebre y mal estado general en paciente de 85
años la primera intervención es realizar un TAC craneal. Aunque no exista
ningún criterio clínico para hacerlo (no hay focalidad , no ha habido pérdida de
conciencia ni convulsión previa) afrontar el problema con una prueba de imagen
da esa sensación de modernidad que tranquiliza tanto a profesionales y
pacientes. . El TAC es normal, lo que no
evita que se considere al paciente demenciado porque se le olvidan las cosas, y
se le inicie tratamiento con los neurolépticos de moda que evitan las incómodas
llamadas a media noche que tanto perturban a familiares y sanitarios en su
sueño reparador.
Sin embargo
no se realiza un cultivo de orina hasta tres días después del ingreso, una
prueba demasiado simple para ser de primera elección en hospitales modernos.
Cuando se le realiza al persistir la fiebre y se inicia el tratamiento ante la
confirmación de la sepsis de origen urinario el paciente mejora. Porque sin PET
también mejoran.
Se
inicia un puente, fenómenos naturales en que los médicos abandonan el barco
ahítos de sobrecarga y cansancio. El paciente apenas orina a pesar de que se
cuantifica la diuresis: no pasa de 150 ml al día. Se informa de ello a la
enfermera y ésta responde que se tendrá en cuenta. Pero pasa un día y sigue la
oliguria, a pesar de ser diabético y mantenerse la hidratación. Se pregunta a
la enfermera del control si es posible hablar con un médico, pero esas
prestaciones parece que no están cubiertas. Solo hay uno de guardia en planta (en
un hospital de 300 camas) y únicamente acude ante incidencias. Pregunto por la
definición de incidencia. Me responden educadamente que incidencia es la
incidencia “grave”. Le vuelvo a preguntar si le parece normal que haya un solo
médico para un hospital de 300 camas durante tres días festivos y me responde
que “no, por supuesto, pero aquí las cosas funcionan así”. Me intereso por la
función renal y la posibilidad de que esté haciendo una retención urinaria. Me
responde que se lo dirá al médico, que según parece pasa por los controles
cuando todos duermen para revisar tratamientos. Pasa el puente y vuelven a
aparecer los médicos como los flamencos en Fuente Piedra al llegar enero. La
médico a cargo del paciente decide sondarle: recoge cerca de un litro de
diuresis. También decide transfundirle porque la hemoglobina ha caído a 8 ,3 mg
/dl (en paciente cardiópata) . En el ingreso la hemoglobina era de 9,2 pero con
tantos días de fiesta nadie había reparado en ello. Como tampoco inicia ningún
estudio de por qué ese hombre, viejo pero en aceptables condiciones , se está
anemizando.
El caso
no es un caso infrecuente, ni extraño ni difícil. No supone ningún reto diagnóstico.
Solo precisa de un médico que visite diariamente al paciente mientras esté
ingresado, que haga preguntas, que toque la tripa y ausculte, y que le diga “qué
tal se encuentra hoy”. Si fuera posible incluso con una sonrisa, pero ya
sabemos que hoy en día las sonrisas son mucho más costosas que el PET. Algo que
nuestro sistema sanitario no se puede permitir.
El problema
no es por supuesto exclusivo de los hospitales privados. Ocurre con cada vez
más frecuencia en los hospitales públicos. Esta especie de aluminosis de la
asistencia sanitaria va calando en los huesos de los profesionales, jaleado por
responsables políticos obsesionados por inaugurar cada semana un nuevo hospital
, una nueva unidad de arritmias, un nuevo trasplante imposible para presumir ante
la prensa junto a los abrumados familiares del enfermo. Y mientras tanto, la
verdadera buena medicina, la que se basa en escuchar, observar, tocar y
acompañar durante el recorrido del paciente por el sistema sanitario se
desprecia e ignora. Y al que se empeña en practicarla se le coloca bajo la sospecha
de ser ineficiente y poco productivo.
Cómo me gusta tu entrada Sergio. Me recuerda a aquello que al parecer contestó Gregorio Marañón cuando le preguntaron por el mayor avance de la medicina: la silla. Cuantos más años tengo más estoy de acuerdo en ésto. Saludos.
ResponderEliminarSi es que los clásico lo son por algo. Cuanto hemos perdido de sabiduría en la obsesión por la información¡¡
EliminarAmén.
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