Australia
no tenía en 2009 ninguna situación fiscal comprometida que obligara a implantar
medidas de austeridad, y sin embargo lo hizo. A pesar de la buena situación
económica del país, lleva décadas siguiendo el mantra proclamado por Hayek y
repetido por sus seguidores, de un extremo a otro del mundo: reducción del
gasto público social, recortes en servicios públicos, privatización de los
mismos, aumento de copagos,desregulación de aquello que los gobiernos tuvieran
controlado, mínima interferencia política en las transacciones del mercado.
El equipo de Fran Baum, profesora del Southgate Institute of Health, Society and Equity de
Flinders University , junto con David Sanders de Ciudad del Cabo y Ronald
Labonté de la Universidad de Otawa en Canadá evaluaron hace un par de años,
mediante una evaluación realista, el efecto de dichas políticas en la Atención Primaria australiana, prestada por diferentes tipos de proveedores: el propio
gobierno federal , los estados y algunas organizaciones no gubernamentales.
La
implantación de este tipo de políticas tuvo efectos evidentes: una reducción
del carácter integral de los servicios, un cambio del modelo hacia una Atención
Primaria selectiva en las antípodas de Alma Ata ( el modelo fomentado desde los
70 por el Banco Mundial y más recientemente por la Gates Foundation), la
pérdida de ciertos servicios ( en especial los destinados a la promoción de
salud y a la atención de minorías étnicas), y la erosión de ciertas estrategias
clave en un modelo de Atención Primaria fuerte, tales como la abogacía para la salud
de la comunidad, el abordaje de los determinantes sociales, la reducción de la
participación comunitaria, el abandono de la colaboración intersectorial, y el
desarrollo de prácticas de gestión neoliberal.
Una
muestra de éste tipo de políticas es el incremento de la incertidumbre respecto a
la estabilidad de los profesionales y las organizaciones a las que pertenecen,
manifestada en el crecimiento de la precariedad, la eventualidad y la pérdida de la estabilidad, que pasa a ser
considerada como “ algo del pasado”, lo que acaba por generar un clima de
burnout y desmotivación. Otras de las manifestaciones de este tipo de políticas
de gestión neoliberal son la reducción continuada de los presupuestos o la
focalización de medidas a corto plazo en lugar de resultados en salud y mejora
de sus determinantes. Para Baum, este modelo de medición es una muestra de “hiperracionalidad”,
enfoque que “reduce la evaluación a medidas específicas , cuantificables, pero
que no capturan las dimensiones esenciales y sociales del bienestar de las
personas”. Como señala uno de los informadores clave del estudio “ en el
sistema no ves a las personas, simplemente las chequeas electrónicamente”.
Este estilo
de gestión, englobado para algunos bajo el ya viejo paraguas de la nueva
gestión pública está gobernada por “una lógica de ahorro en lugar de cuidado y
compasión”, donde la eficiencia es el valor esencial a expensa de cualquier otro
bien a largo plazo.
Hay
tres rasgos muy característicos de este modelo de atención: el primero es esa tendencia
hiperracional a medir lo que es accesible a la medición, así como la
focalización en medidas de desempeño individual. El segundo se concreta en la
focalización de la Atención Primaria hacia la gestión de enfermedades crónicas,
de forma especial la diabetes y las enfermedades cardiovasculares; el tercero
reemplaza los modelos de atención horizontal a poblaciones y comunidades
ubicadas en un territorio por modelos de integración vertical donde la atención
primaria cuyo cometido es nutrir al hospital del combustible que precisa para
su funcionamiento.
Indicadores
de desempeño vinculados a incentivos, modelos de atención a crónicos,
integración vertical…Los modelos de referencia también en España. Si la Atención Primaria se hunde no es por casualidad.
Cuando
el foco de atención se sitúa en enfermedades concretas, en lugar de los
problemas de las personas y las comunidades a las que éstas pertenecen se está
optando por un modelo perfectamente definido de política. Un modelo en que el
papel de las comunidades se obvia y el efecto de los determinantes se ignora.
Baum y
sus colaboradores tienen la lucidez suficiente para titular su artículo
Atención Primaria de Salud integral bajo el neoliberalismo en Australia. No
ocultan el origen de donde procede una erosión continuada de un modelo de
sociedad que permitió alcanzar el mayor grado de bienestar social en la
historia de la humanidad. Aquí, sin embargo preferimos ignorar cual es la mano
que mece la cuna, y a qué objetivo sirven las innovaciones organizativas que
monopolizan todos y cada uno de los servicios de salud.
Gráfico tomado del artículo de Baum et al en Social Science and Medicine
(Mi agradecimiento a Pete Venticich por su sugerencia)
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