domingo, 11 de agosto de 2013

El Acuerdo sin nombre



En el reciente Acuerdo sin nombre entre Ministerio y Foro de la Profesión Médica lo realmente relevante parece ser la propia existencia de un acuerdo, y no su contenido . De ahí tal vez la falta de título. Solo así se explica una redacción tan descuidada, en la que muchas de las condiciones del mismo se asemejan a las que Chico y Harpo Marx recitaban en una Noche en la ópera. Por ejemplo cuando habla de que “la sostenibilidad de nuestro SNS es una responsabilidad social y cívica obligación que vincula a todos los agentes con diferentes intereses en el sector, desde quienes tienen responsabilidades políticas, económicas, sociales o profesionales, hasta aquellos agentes que, de un modo u otro, pueden influir, interactuar, reivindicar o contribuir a modular sus normas organizativas o de mantenimiento”. Interesante aportación ésta de la responsabilidad de los que interactúan, reivindican o modulan, que sabe dios que significa. Tampoco está mal esa aspiración del proyecto de Troncalidad que posibilite “ la más alta y ampliada distinción competente de los profesionales a través de las áreas de capacitación específica “. Como lo es el objetivo del punto II.1.4 de lograr “ un entorno profesional favorable y una mejora de las condiciones del ejercicio profesional de los médicos que sean apreciables en el conjunto del sistema pero también por cada profesional”, por si acaso éste no se había dado cuenta de cómo le habían mejorado las condiciones. Es también admirable la búsqueda de la cuadratura del círculo con la promoción de “modelos que permitan vincular aspectos como: gobernanza, integración colaborativa, participación proactiva, responsabilidad social y liderazgo del profesional médico con una regulación diferenciada de las condiciones de trabajo que, a su vez, pueda respetar el derecho de reserva de su plaza”. Por no hablar de enunciados tan magníficos como “ En cuanto a motivación se promoverá un modelo de Desarrollo profesional…” que da la sensación de tener que escribir algo sobre el rollo de la motivación para que el escrito quede completo.
Si solo fueran éstas sus debilidades el Acuerdo sin nombre sería solamente un magnifico ejemplo de comentario de texto para los aspirantes a la agonizante Selectividad. El problema aparece cuando se manipula el lenguaje para confundir a las personas bienintencionadas. Personas como mis padres, absolutos legos en esta materia, no entienden a qué viene tanto revuelo con el gobierno si lo que éste defiende es una asistencia sanitaria pública, gratuita, universal y de calidad, como difunden  televisiones  y periódicos desde entonces. Se considera lenguaje orwelliano ( en honor de George Orwell y  su 1984) a aquel que significa lo contrario de lo que se hace o dice. Nada debería reprocharse a un acuerdo que incluye en su punto I.2 una cláusula destinada a “garantizar plenamente una asistencia sanitaria pública, gratuita, universal, equitativa, de calidad, financiada por impuestos…”. El problema surge cuando esa cláusula la firma el mismo gobierno que un año antes acabó con el carácter universal de la asistencia sanitaria a través de un Real Decreto Ley que sustituye el carácter de ciudadanía por el de aseguramiento a la hora de establecer el derecho a la asistencia sanitaria. Y aunque la Sra Mato sea la ministra de sanidad más incompetente de la época democrática ( ex-aequo con la inefable Sra Pajín), la contradicción no obedece a ningún olvido de lo que ya firmaron , puesto que en la cláusula I.5 ( en otra redacción confusa , cuya corrección gramatical haría enrojecer al ministro Wert)  se recuerda la necesidad de disponer de “un sistema eficaz de facturación a terceros, tanto a nivel nacional como internacional, sin perjuicio de las prestaciones de salud pública, atención urgente y en situaciones de alto riesgo, atención maternal y a menores a los que tienen derecho los extranjeros en situación irregular”. En definitiva, nuestro sistema no es universal ni equitativo, ni se pretende realmente que lo sea. La prueba del algodón es preguntar a cualquier inmigrante “irregular” si han cambiado sus condiciones desde que se firmó el Acuerdo
Tampoco encaja bien la pomposa declaración de asistencia sanitaria pública cuando la reforma sanitaria del partido del gobierno en la Comunidad de Madrid va orientada a privatizar ( a largo plazo), la provisión y prestación de los servicios. Iniciativa que , pese a nueve meses de protestas ininterrumpidas de toda la profesión sanitaria no  ha movido un ápice  sus planteamientos iniciales. En ese contexto aludir ( I.6) a que “la contratación con instituciones o centros privados se podrá llevar a cabo en los supuestos y con los requisitos, condiciones y estándares de calidad previstos en la Ley general de sanidad, y normativas de contratación pública y disposiciones de desarrollo (¿?), optimizando siempre los recursos propios del sistema sanitario público “es simplemente una burla.
A pesar de su manifiesta incompetencia, la Ministra de sanidad y demás hierbas ha realizado una magnífica operación de propaganda y tergiversación en el sentido de Lakoff: “ la utilización manipuladora de la realidad cuando ha sucedido o dicho algo que resulta embarazoso y se lo intenta colocar en un marco inocente, es decir hacer que el suceso embarazoso parezca normal”. Felicitaciones a la ministra por ello. Queda preguntarse que intereses pueden tener los que, desde la otra parte de la mesa, firmaron el Acuerdo. Sin nombre. 

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